Lo siguientes días recorreremos 3 de los volcanes más importantes e impresionantes de Costa Rica, el volcán Irazú, el Poas y el Arenal. Atravesaremos el interior del país de sur a norte y quedaremos maravillados viendo de lo que es capaz la madre naturaleza.

Como el día se presentaba largo, decidimos poner el despertador temprano y aprovechar desde primera hora de la mañana. A las 5:00 estábamos desperezándonos. Gorka y Edu no habían dormido bien debido a la cantidad de mosquitos que había en la habitación. Yo no me había enterado de nada, pero al mirarme los brazos y las piernas las tenía abrasadas de picotazos.

Volcán Irazú

Montados en el coche sin haber podido encontrar ningún sitio abierto para desayunar deshicimos el camino andado y nos dirigimos hasta el volcán Irazú. Tardamos la nada despreciable cifra de 6 horas en hacer 200 kilómetros. Sobre las 11:30 llegábamos a nuestro destino. El volcán más alto en activo de Costa Rica. 3.432 metros sobre el nivel del mar. Posee dos cráteres, uno que está seco y el otro lleno de agua de un color verde clarito rodeado de un amarillo intenso. La entrada costaba 15$ por persona y 600 C. del aparcamiento.

Durante todo el camino nos había estado lloviendo y con una niebla que no se veía dos palmos por delante. Le dijimos al de la entrada que si no veíamos el cráter a ver si nos devolvía el dinero, pero le hizo la misma gracia que si le hubiéramos contado el mejor chiste del mundo.

Entramos y al llegar al aparcamiento parecía que estaba un poco despejado. Según nos fuimos acercando más iban desapareciendo las nubes, parecía que nos tenían miedo. Habíamos tenido una suerte de la leche porque conseguimos ver todo despejado cuando 5 minutos antes estaba todo cubierto. Era increíble el paisaje desértico que rodeaba todo y la cantidad de plantas enormes y raras que había. Sin duda un lugar muy recomendable para visitar.

Después de una buena caminata por los alrededores volvimos al parking y allí nos encontramos con un animal conocido por verlo en los documentales pero que no supimos identificar (a ver si alguien lo sabe al ver la foto).

Otra vez en el coche pusimos dirección al volcán Poas. La carretera era toda prácticamente autopista. 100 kilómetros sin casi ninguna desviación pero no sabemos que hicimos que acabamos dando vueltas por las afueras de San José y volviéndonos locos para encontrar la dirección correcta. Nos perdimos durante más de una hora preguntando a todo el mundo que veíamos y eso parecía el show de Benny Hill, cada persona nos indicaba la dirección contraria a la que nos había mandado el anterior. Lo bueno que tuvo es que vimos la zona aunque no daba muy buenas vibraciones. Gente bastante rara y las casas enrejadas completamente y en otras incluso con alambre de espino. Por fin, un buen samaritano que iba en nuestra dirección con su furgoneta nos hizo que le siguiéramos y conseguimos salir de allí.

Volcán Poas

Antes de llegar, en una zona muy chula de montaña, paramos a hacer unos bocatas de sardinillas que habíamos comprado en el súper. Y a eso de las 15:00 accedíamos al Parque Nacional del volcán Poas. El vigilante nos avisó de que cerraban a las 15:30 pero que no nos preocupáramos porque al día siguiente también podíamos entrar con los mismos tickets. El precio, al igual que en el Irazú fueron 15$ aunque el parking un poco más caro 1.000 C. Como era tarde y ya no había nadie, nos dejó subir con el coche hasta la parte más alta.

Esta vez no tuvimos la suerte de la mañana y estaba todo cubierto, no se veía nada. Pero allí mismo uno de los guardas nos dijo que era lo normal por la tarde, pero que si mañana llegábamos a primera hora seguro que estaría todo despejado. Confiados en su palabra dejamos el parque para ir en busca de un alojamiento cercano.

Nada más bajar había un cartel indicando que a 800 metros había un lodge. Nos adentramos en un camino que estaba hecho un cristo, con unos agujeros del tamaño de los volcanes que habíamos visto y rocas enormes sueltas por todos lados. Con muchas dificultades llegamos hasta la casa. Estaba vacía, gritábamos y no contestaba nadie, pero como las habitaciones estaban abiertas aprovechamos para echar una ojeada. Menudo antro….. nos dió hasta yu-yu. Ahí se había rodado alguna peli de miedo fijo, pero además sin necesidad de efectos especiales. Cogimos las de villadiego y desaparecimos rápidamente, aunque el camino que ahora era hacia arriba el coche no lo soportaba y se tuvieron que bajar Edu y Gorka y empujar para poder salir de la casa de los horrores. Además estaba empezando a anochecer y estábamos un poco cagadetes, jejejeje. En primera, sólo en el coche y con mucho esfuerzo conseguí sacarlo. Al de un rato ví aparecer por la cuesta a mis amigos y compañeros de viaje y ya pude respirar tranquilo 😉

Continuamos descendiendo por la carretera principal y encontramos otro lodge, «Lo que tú quieras». Nos enseñó una habitación triple y parecía la cuadra de las vacas, después una doble y esta, aunque no era ningún lujo por lo menos estaba más o menos limpia. El problema era que sólo había dos camas. Los chinos esta vez fueron a parar al lado de Gorka y a Edu y a mí nos tocó compartir cama. Nos cobró 15.000 C. Cuando fuimos a ducharnos descubriríamos otra sorpresa, aunque nos había dicho que no había agua caliente, lo que no nos había comentado era la ínfima cantidad de agua que salía. Era un hilo fiiiino fiiiino fiiiiino…… Nos lo tomamos con humor como no podía ser de otra manera.

El sitio estaba como en una explanada justo al lado de la montaña y había unas vistas increíbles de Alajuela y San José, sobre todo de noche con todas las luces encendidas.

Empezaba a refrescar y habíamos leído que por las noches era normal llegar a los 0º. Teníamos el presentimiento de que esa noche íbamos a sufrir y mucho.

Como no, los presentimientos negativos suelen convertirse en realidad y la noche fue un auténtico infierno. El bungalow tenía más agujeros que un queso gruyere y de calefacción nada de nada. Según iba pasando la noche, el frío se hacía cada vez más insoportable. Acabamos completamente vestidos, con sudaderas, gorros, botas, ….. debajo de las mantas y aún así estuvimos helados. A eso hubo que sumarle los ronquidos en la oreja de Edu y los extraños ruidos que le dió por hacer a Gorka. Vamos una noche para no olvidar 🙁

Antes de que abrieran el parque, a las 8:00, ya estábamos en la puerta. Éramos los primeros y los únicos que estábamos esperando para entrar. Por fin conseguimos verlo. Era estilo el de Irazú, pero este nos pareció más bonito.  Era un volcán basáltico de 2.708 metros de altura con 2 cráteres. El principal tenía en su fondo una laguna circular caliente de color verde turquesa debido a la cantidad de azufre que tienen los volcanes activos. El segundo cráter lo formaba una laguna de agua fría de origen fluvial. Dimos un paseo que hacía un recorrido circular de 3 Kilómetros. Durante la caminata vimos un montón de colibries. Era una pasada verles como se quedaban quietos agitando las alas a una velocidad increíble enfrente de nosotros. Les intentamos sacar alguna foto, pero no paraban quietos era imposible. Terminada la preciosa visita nos encaminamos hacia Monteverde.

La carretera que tomamos esta vez era la famosa Panamericana, que recorre América de norte a sur. Pasamos por el pueblo de Grecia, no por el país roto, y llegamos a Monteverde. Habíamos leído mucho y bien sobre ese sitio y además nos lo recomendó la gente del lugar, pero a nosotros nos decepcionó un poco. Lo vimos demasiado orientado al turismo y con muy poca personalidad. Hicimos una pequeña excursión a una cascada que la ponían muy chula y en la que había una poza para poder bañarse. Pero después de andar 1 kilómetro a través del bosque y pagar los correspondientes 2.000 C. por persona, nos encontramos con un chorro de agua y una poza que no cubría más que los tobillos. Quisimos pensar que se debía a que era la estación seca.

Volcán Arenal

De allí nos acercamos hasta el mirador de Santa Elena desde donde había unas vistas impresionantes de la Laguna de Arenal y el volcán de forma perfecta al fondo. Nos preparamos unos ricos bocatas y sentados con esas vistas privilegiadas llenamos el buche.

Eran las 15:30 y todavía nos quedaban 120 kilómetros para llegar a La Fortuna, el pueblo más cercano al volcán donde teníamos pensado pasar la noche, pero con las carreteras de allí y teniendo que rodear la laguna se nos iba a hacer de noche seguro, porque para las 18:15 estaba completamente oscuro. No era muy segura la conducción nocturna ya que las carreteras estaban llenas de agujeros enormes, poco o nada iluminadas y además se cruzaban un montón de animales continuamente.

A eso de las 18:30 y reventados de todo el día, al pasar por un lodge paramos a preguntar. Cruzamos la verja y la recepción quedaba 2 kilómetros hacia arriba. Según nos íbamos acercando y viendo el nivel que tenía el lugar hacíamos apuestas sobre el precio que nos querrían clavar. Ganó Gorka. Había dicho 250$ y costaba 220$ la noche. Después de quitar un paseo a caballo que iba incluido, que nos pusiese en la peor habitación posible y quedarnos sin desayuno, conseguimos que bajara a 120$. Pero aún andaba bastante lejos de nuestras expectativas, ya que se trataba de precio por persona, no por habitación. Así que dimos media vuelta y volvimos a la carretera.

Por fin a las 20:00 llegamos a La Fortuna. Cogimos el primer alojamiento que vimos «Cabinas Mary» por 30$ la habitación triple y casi sin descansar nos fuimos directos al volcán. El volcán Arenal está activo y produce pequeñas explosiones de vez en cuando expulsando piedra, ceniza, gases y lava por la ladera. Aunque era de noche estaba el cielo claro y con la luna se apreciaba muy bien el volcán. Cuando estábamos tan tranquilos observando como salía humo por el cono, oímos un ruido atronador que nos asustó e hizo que empezáramos a correr al igual que el resto de la gente que estaba a nuestro lado. Seguido vimos una humareda tremenda y por las laderas cayendo lava con un color rojo intenso alucinante. Lo que acabábamos de ver no era para nada habitual, si que solía pasar pero había que estar horas delante y muchas veces ni con esas se conseguía. Cuando se lo contamos a la dueña de nuestro alojamiento nos dijo que nos podíamos sentir unos auténticos afortunados.

Dimos un paseo por el pueblo, cenamos unas pizzas y seguido a la cama que estábamos cansadísimos. El día anterior muriéndonos de frío y esa noche en calzoncillos encima de la cama y casi sin poder respirar del bochorno que hacía.

B.F.F.F