Islas Togean, Sulawesi (Parte 1)

Ampana, Sulawesi.
06/05/2019
Islas Togean, Sulawesi (Parte 2)
28/05/2019
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Islas Togean, Sulawesi (Parte 1)

Una semana entera de relax nos esperaba en las islas Togean. Excursiones a paraísos naturales, snorkel, playa, sol y comida autóctona 100%, es lo que nos depararía este maravilloso lugar. Aunque el variado fondo marino quedará solo grabado en nuestra memoria y no inmortalizado debido a un despiste muy muy grande.

Aunque la noche había sido muy agradable y placentera, el estar pendiente del barco me hizo que no descansara lo suficiente. Para las 8:00 ya estábamos desayunados y con todo preparado en la recepción del hotel para que nos llevaran hasta el puerto. En un coche del hotel y previo pago de 100.000 R., hicimos unos 12 kilómetros hacia el interior, tomando una desviación pasado el único semáforo de Ampana. En unos 20 minutos habíamos llegado. Nos acercamos hasta la oficina a comprar los billetes. 58.000 R. por adulto y 40.000 por Iker, ya que por Noa no nos hicieron pagar nada. El barco salía a las 10:00 y no a las 9:00 como nos habían dicho.

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Aunque quedaba bastante tiempo, decidimos montar e ir cogiendo buenos sitios. La parte de dentro la pasamos de largo, porque de otros viajes, sabíamos que era muy típico que una vez en marcha empezasen a pulular por el suelo y los asientos unos bichitos inofensivos pero bastante desagradables conocidos como cucarachas, así que nos fuimos directamente a la zona superior. En el medio había unos cuantos asientos como si fuesen de autobús, acolchados y que se reclinaban. Probablemente los mejores del barco. Según se iba acercando la hora de la salida, fue llegando bastante gente y muchos turistas, algo que nos sorprendió para no haber visto a nadie por el pueblo en dos días. A las 10:15 nos pusimos en marcha y sobre las 15:00 llegamos a Wakai. En el trayecto vimos un montón de delfines y peces voladores, que al principio nos parecían pájaros pequeños por la cantidad de tiempo que estaban volando a ras del agua.

Al llegar nos estaban esperando con un bote para llevarnos hasta nuestro hotel. Menos mal que habíamos reservado con antelación porque sino no habríamos tenido sitio. Debía estar todo ocupado y nos dijeron que había mucha gente que no le había quedado más remedio que dormir en la playa. Después de la experiencia que habíamos tenido en la Islas Perenthian en Malasia, anduve precavido y se me iluminó la bombilla de coger algo con antelación al ser un sitio con muy poco alojamiento.

Según se llegaba, había que pasar por la oficina del puerto para registrarse y pagar 150.000 R. en concepto de tasa medioambiental. Entré, había una cola de la leche, estuve un buen rato esperando y como eso no se movía decidí largarme hacia nuestro bote. Nadie nos dijo nada ni nos pidió nada. La intención era pagarlo, pero después de la paliza del barco y esperando más de media hora sin que nadie se moviera, pues ……..

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45 minutos después llegábamos a nuestra isla en donde íbamos a pasar una semanita, Kadidiri. No podíamos creer lo que veían nuestros ojos. De las aguas más claras que jamás habíamos visto, llenas de peces y corales de colores que se observaban desde el barco, acercándonos a un embarcadero de madera que llegaba hasta una playa de arena dorada con las palmeras al fondo. INCREÍBLE!!! Nuestro alojamiento era el Kadidiri Paradise, nos había salido la noche por millón y medio de Rupias. No era barato, pero tampoco caro teniendo en cuenta que incluía las tres comidas. Nuestra cabaña era grande y el baño super chulo, pero en el techo teníamos un agujero por el que habría entrado un diplodocus sin agacharse, así que les pedimos cambiar de habitación. El problema era que estaba todo reservado, así que nos ofrecieron una un poco peor pero con techo al uso y decidimos quedárnosla. Por supuesto, las fotos que habíamos visto en su página web no tenían nada que ver con la realidad. Pero sólo el entorno ya merecía el pago. Había otros alojamientos en otras islas más baratos, pero cuando intentamos hacer las reservas estaban todos ocupados, ese era el único que tenía sitio para nuestros días. Esa fue la razón por la que no nos movimos en toda la semana de esa isla, ya que la intención habría sido estar en un par de ellas por lo menos.

Dejamos todo tirado en el suelo, nos pusimos los bañadores, cogimos los snorkels y el resto de la tarde lo pasamos disfrutando del arrecife que rodeaba toda la parte frontal de la playa y vimos una cantidad inmensa de peces y corales de todo tipo y colores que íbamos inmortalizando en nuestra cámara acuática. Pero como he puesto al principio, todas las fotos submarinas de la semana en las Togean las perdimos para siempre. Pasados unos días se llenó la tarjeta de memoria y la guardamos en un bolso para que no se perdiera, pues bien resulta que cuando íbamos a volver a casa y como siempre solíamos hacer, redujimos el equipaje en cosas que ya eran inservibles, entre ellas ese bolsito, pero resulta que se nos olvidó que dentro habíamos guardado la preciada tarjeta con la gran mayoría de fotos de agua. No pasa ni un día en el que me tire de los pocos pelos que todavía me quedan y sobre todo ahora que estoy haciendo el blog.

A las 19:00 era la hora de cenar, y en una zona de estar muy grande con mesas corridas, nos situaban a todos los alojados. La dieta consistiría la gran mayoría de los días en arroz, pescado y verduras. No eran cantidades enormes pero sí suficientes. El agua, café y té, estaba incluído en el precio, pero las Bintang bien fresquitas de 630 ml, que no metíamos entre pecho y espalda salían a 70.000 R. cada una, pero podrían haber costado un millón que nos habría dado lo mismo 😉

Cuando terminamos de cenar, nos acercamos hasta el muelle a tumbarnos y ver las miles de estrellas que se dibujaban en el firmamento. Pero al girar la cabeza y fijarnos en el agua vimos como se iluminaba cada poco tiempo, estaba lleno de placton y el mar no paraba de encenderse. Sin duda habíamos llegado al paraíso.

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Cansados del día tan largo que llevábamos hecho, sobre las 22:30 nos fuimos a la cabaña y metidos dentro de las mosquiteras nuestros ojos se cerrarron a la velocidad del rayo.

Nuestra estancia en Sulawesi había coincidido con el trágico terremoto ocurrido en la isla de Lombok que se llevó la vida de muchas personas. Recibimos la llamada intranquila de la familia, ya que para ellos Indonesia era un país a secas y no controlaban muy bien su geografía singular. Pero nos hallábamos a bastantes kilómetros de distancia y sobre todo y en estos casos lo más importante, con bastante tierra de por medio.

Pero esa noche, una tormenta que mientras estábamos viendo el placton se divisaba a lo lejos con brillantes relámpagos, sobre las 2:00 de la madrugada tocó tierra en nuestras islas. Cayó una tromba de agua enorme, se levantó un viento que parecía que iba a salir la cabaña volando y empezamos a oir el estruendoso golpear de las olas contra la playa. Esto fue lo que más nos asustó, ya que lo primero que nos vino a la cabeza fue otro posible terremoto. Salí corriendo a ver que es lo que pasaba y sobre todo a la orilla del mar para ver como estaba el agua. Ya se sabe que se suele retirar cuando viene un tsunami, pero lo que había eran unas enormes olas rompiendo contra el muro del alojamiento. La playa había desparecido y estaba todo lleno de hojas de palmera arrancadas de los árboles y arrastradas por el viento. Como no había nada de luz, ya que sólo había un generador que funcionaba de 17:00 a 23:30, guiándome con la luz del móvil ví a unos cuantos currelas que estaban intentando poner todo a resguardo. Me dijeron que no había ningún problema, que sólo era una tormenta, que fuese a dormir tranquilo. Hombre… pues tranquilo lo que se dice tranquilo…… Volví a la cabaña y le tranquilicé a Usu que estaba un poco agobiada. Los críos seguían en el mejor de sus sueños.  Ni con un terremoto de fuerza 10, debajo mismo de su cama perdían el sueño. Madre mía que maravilla!!!! Sin poder dormir, un par de horas más tarde, fuimos escuchando como se iban calmando todos los ruidos a nuestro alrededor.

Sobre las 8:00 de la mañana amanecimos. Lo acontecido durante la noche estaba siendo la comidilla de todo el mundo. Había unos chicos que dormían en una cabaña al lado del mar y nos dijeron que se les había inundado entera. El fast boat que parecía estar ya arreglado, no había podido salir debido al mal tiempo. Vamos, había caído una tormenta de las buenas. Desayunamos un poco de fruta con unos pancakes y nos lanzamos al agua a disfrutar de otro maravilloso día de snorkel. Quién lo iba a decir con la noche que habíamos tenido.

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A las 12:00 era la comida. Demasiado seguido para nuestro gusto. Arroz, pescado y verduras. En la variedad estaba el gusto 😉 Seguido nos fuimos a explorar el resto de alojamientos que había en esa misma zona de la isla pero que no tenían la playa tan chula del nuestro. Eran el Black Merlin, dedicado sobre todo al submarinismo y el Pondori en la esquina contraria que parecía un poco más básico. Allí aprovechamos otra vez a meternos al agua, viendo un montón de «nemos» en sus anémonas, caballitos de mar, peces aguja, un par de peces león y por supuesto infinidad de más peces y corales que no teníamos ni idea de su nombre. Iker que había salido a su padre en pupas que le salían en la boca, tenía un par de ellas enormes y con el salitre y el tubo se le hizo imposible seguir y casi llorando tuvo que dejarlo porque no podía aguantar el dolor.

Volvimos a nuestra playa en donde disfrutamos de un precioso atardecer con una puesta de sol espectacular, tomando un rico cafecito y jugando a las cartas en unos cómodos sofás que había al final del muelle. A última hora, se organizaban partidos de voley playa y allí que se iba siempre Iker y nos dejaba tirados a los demás.

Ya casi de noche y tumbados de nuevo en el embarcadero, volvimos a ver el placton, pero esta vez era diferente al del día anterior, ya que no sólo se iluminaban, sino que además dejaban una estela luminiscente mientras se iban moviendo. Fue una auténtica pasada. Nos llamaron para cenar y con mucha pena dejamos de ver ese espectáculo que ya no volvería a suceder en el resto de los días que estuvimos. Cenamos arroz, pollo con una salsa riquísima, vegetales y una sopa que a los críos les encantó. Charlamos un poco con los compañeros de mesa y sobre las 22:00 nos fuimos a la habitación a leer y a dormir después de la noche de desvelo del día anterior.

B.F.F.F.

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