Cayo Jutías – Cuba

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Cayo Jutías – Cuba

Día de playa en uno de los Cayos cubanos, Cayo Jutías. Disfrutamos de unas playas paradisíacas y vimos un montón de estrellas de mar, aunque el día idílico se acabó torciendo con un tormentón que ni las galernas tan típicas de nuestro norte.

Nos levantamos tranquilamente. Hoy el día lo vamos a dedicar a ir hasta Cayo Jutías.  Es un Cayo situado a 65 kilómetros a noroeste de Viñales. Se llama así por las ratas autóctonas que viven en sus árboles. No es posible dormir allí, porque no hay ningún alojamiento, lo que hace que no haya tanta gente. Habíamos leído que había que pagar por entrar al Cayo, pero no hay ningún tipo de peaje como por ejemplo había en Cayo Coco.

Toca cambio de casa. Nos despedimos de los dueños, que han sido muy amables y nos han dejado mucha independencia y con la moto llevamos las mochilas hasta la nueva casa, «Casa Carlin y Maira». Está situada a la salida del pueblo en dirección Pinar del Río. Es una habitación enorme, con dos camas de matrimonio, baño dentro y aire acondicionado. También tiene una nevera como las de casa, llena de bebidas. Son de pago. Cerveza 2 CUC y agua 1,5 CUC. Dejamos las mochilas, vamos a llenar el depósito de gasolina 2,80 CUC, y ponemos rumbo a Cayo Jutías.

La dirección que hay que coger para ir al Cayo, es la misma que hasta la Cueva de Santo Tomás, pero siguiendo todo recto sin desviarse. Se atraviesa unos cuantos pueblos y unos paisajes muy bonitos, y en cuanto hay alguna desviación está bien indicado con su cartel, así que no hay problema de perderse. Uno de los pueblos que pasamos es Minas de Matahambre y como por el camino vemos una pizzería aprovechamos a parar para desayunar. Como había dicho anteriormente, aquí lo de encontrar bollos, tostadas, zumo y demás está un poco complicado a no ser que sea en una casa y aquí nos pasa lo mismo. Nos dan la carta y sólo había pizzas y pollo. Así que para desayunar a las 9:00 de la mañana nos metemos una ración de pollo frito y una pizza con un par de refrescos. Todo muy sano y perfecto para una buena dieta. 58 CUP. Las dueñas no es que brillasen por su «majura» y atención. El sitio se llamaba Pizzería La Minera.

Seguimos camino con ganas de llegar a nuestra playa paradisíaca. La carretera en general está bastante bien, pero hay algunos tramos que están sin asfaltar y con unos agujeros estilo cráter lunar, por lo que en esas zonas hay que ir muy atento. Incluida la parada y nuestra moto GP, tardamos 2 horas en llegar.

La entrada es igual que los otros Cayos, con un pedraplén, pero este es mucho más corto, enseguida llegamos a la playa. Paso el parking de largo y dejo la moto en una zona de sombra, pero me viene el chico que se encarga de gestionarlo y me dice que ahí no lo puedo dejar. Me pregunta de donde somos y me cuenta que el estuvo hace unos años en Irún con la mujer para hacer una fecundación in vitro. Nos parece un poco lejano, pero si él lo dice….. Como había muy buen rollo, nos busca un sitio donde aparcar en la sombra, al lado del restaurante que hay y nos dice que no hace falta que paguemos nada por el aparcamiento. Igual era gratis y todo, pero el hombre quedó bien.

La playa es espectacular y además no hay prácticamente nadie. Igual es porque hemos llegado muy pronto. Nos tumbamos un poco casi a la entrada y nos damos unos baños y cuando empieza a llegar más gente cogemos la mochila y comenzamos a andar hacia la parte izquierda de la playa según se mira al mar. El chico del aparcamiento nos había dicho que en la esquina del todo había una zona que estaba llena de estrellas, así que allá vamos a indagar. El paseo es largo y un tanto duro con el sol que hace, pero con los bañitos se hace llevadero. Hay muchas zonas que están llenas de manglares y no se puede continuar por la arena, hay que meterse al agua, que llegara por la cintura como mucho y sin problema. Aunque está zona de manglares, en la parte de la arena dentro del agua,parecía como si hubiese y se te hundían un poco los pies y daba un poco de repelús.

Por fin llegamos a la esquina de la playa. Habremos tardado como unas dos horas pero tranquilamente. La zona es un pasada. Es cierto que hay algunas estrellas de mar, pero no una barbaridad de ellas como nos había dicho el hombre. En la isla de Lombok sí que vimos cientos de estrellas en una playa y los enanos fliparon. Aún así está muy chula. Lo que sí que hay, son un montón de caracolas con unas formas y colores muy bonitos.

Disfrutamos del paraíso completamente solos y tal y como nuestra amatxu nos trajo al mundo 😉 Al de un rato se acercó una lancha motora con un par de turistas a bordo que nos cortaron el rollo. Pero como ya había pasado una hora y nos quedaban otras dos de vuelta, recogimos y fuimos volviendo poco a poco. Por el camino, si no se quiere llegar hasta la punta, también hay zonas de playa sin nadie y perfectas para bañarse. En la vuelta tardamos media hora menos que en la ida, porque no nos entretuvimos tanto con los baños. Además según nos íbamos acercando, el cielo se iba poniendo de dar miedo y se estaba levantando mucho viento, así que aceleramos el paso para llegar cuanto antes.

Estando ya en la playa principal, el cielo se cubrió completamente, el viento se volvió todavía más fuerte, haciendo que el mar se embraveciera y se notó un cambio radical en la temperatura, ahora el viento era frío. recogimos a toda leche y pusimos rumbo para Viñales. Era complicado manejar la moto con tanto viento, porque al pasar por el pedraplén se stá en medio del mar y te pega por todos lados, pero por si eso no fuese suficiente, se puso a llover como si lo fueran a prohibir. Típicas tormentas con unos gotones enormes, que con que te caiga sólo uno ya estás calado entero. Paramos en una gasolinera a llenar el depósito y resguardarnos un poco y el chico nos dijo que venía un frente frío y que iba a estar unos días así. Por lo que en vez de esperar más decidimos ponernos en marcha para llegar cuanto antes. Fue una vuelta muy dura y con un poco de acojone, porque el suelo patinaba un montón y los coches no tenían precisamente cuidad cuando nos adelantaban. Llegamos a la casa chorreando y con el frío metido hasta los huesos. Nos metimos en la ducha y estuvimos media hora para poder entrar en calor.

Como estábamos muy cansados del día de playa y sobre todo del stress de la vuelta en moto, decidimos ir a por unos bocatas y comerlos tranquilamente en la habitación mientras escuchábamos música y leíamos un poco.

B.F.F.F.

 

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