El glaciar Jostedalsbreen con sus diferentes brazos

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El glaciar Jostedalsbreen con sus diferentes brazos

Después de los fiordos, toca otra maravilla que se esconde en estos parajes, los glaciares. Este es uno de los pocos sitios del planeta en el que es posible disfrutarlos. Nos acercaremos hasta el glaciar Jostedalsbreen, y disfrutaremos de unos cuantas de sus brazos, como el Briksdalsbreen, el Boyabreen, el Supphellebreen y el Nigardsbreen. Aunque el tiempo no acompañe mucho, tendremos mucha suerte en los momentos más puntuales.

Tras el agotador día de ayer, y al estar en un paraje en el que no se oye ni el ruido de una mosca, amanecemos a las 10:00 de la mañana. El cansancio de no dormir en una cama, las noches diurnas, los kilómetros de coche, ….., poco a poco están haciendo mella en nuestros cuerpos. Aunque, cuando nos despertamos y empezamos a disfrutar del día, enseguida se olvida todo. A la que no parece que le esté afectando mucho todo esto, es a Noa, ella va a su ritmo. Hasta las 11:00 no se despierta y encima con una cara de que podía haber seguido otras 10 horas durmiendo. Como a las 12:00, tenemos que abandonar el camping, nos ponemos manos a la obra, para desayunar rápido y recoger todo.

Cogemos el pan que habíamos encargado el día anterior, y lo que en la foto parecía un pan redondo de pueblo, con una corteza crujiente, al cogerlo, resulta ser igual que todos los bollos que habíamos visto hasta entonces. Parece más bien pan de molde.

Nos montamos en el coche y ponemos dirección a Briksdal. Pasado el pueblo y unos pocos kilómetros más adelante del mirador de Flydalsjuvet, hay otro punto de observación del fiordo Geiranger, conocido como Dalsnibba. Pero el día no acompañaba mucho, estaba todo cubierto, y cuando llegamos a la zona del desvío estaba cayendo agua-nieve, así que para no ver nada no merecía la pena pagar los 120 NOK que cuesta la entrada.

 

Hacemos prácticamente todo el camino hasta Fosnes, lloviendo sin parar. Se atraviesan un montón de túneles, de varios kilómetros de longitud y unos paisajes con lagos y montañas nevadas que son una auténtica pasada. Como Iker y Noa, vieron toda la nieve, estaba claro que iban querer parar, así que nos hicimos a un lado, y hasta que casi se nos caen los dedos a cachos, estuvimos tirándonos bolas de nieve, mientras no paraba de llover. Rápidamente nos metimos al coche y con la calefacción a tope, nos pusimos todos en pelotingas para cambiarnos las ropas empapadas.

En el pueblo de Fosnes, se haya el Centro del Parque Nacional de Jostedalsbreen. Es un edificio, en el que hay una pequeña exposición con los animales que se pueden ver por la zona, carteles explicativos de el glaciar, un montón de fotos de antiguos escaladores  y una tienda de recuerdos. Está situado en un paraje excepcional.

 

Glaciar Briksdalsbreen

Con ganas de llegar a ver el primer brazo del glaciar, ponemos rumbo directos hacia él. Continuamos por la carretera 15 hasta Stryn, donde paramos a comprar algo de avituallamiento y a llenar otra vez el depósito de gasolina. Allí, en una rotonda, nos desviamos hacia la izquierda para tomar la carretera 60 hasta Olden, y en mitad del pueblo, hay otro desvío a mano izquierda que nos lleva directos hasta el glaciar Briksdalsbreen.

Cuando llegamos, está chispeando. Nos quedamos unos minutos en el coche esperando, y al de un rato para de llover, momento en el que aprovechamos para poner pies en polvorosa hacia el glaciar. El coche, se deja en un aparcamiento que hay, nada más cruzar el río. Hay que pagar 50 NOK en una de las varias máquinas que hay para tal efecto. Entran muchísimos coches, pero no habrá más de una decena. Hay que subir una cuesta bastante empinada, por la carretera, hasta llegar al centro de visitantes. Desde allí, es todo recto sin posibilidad de perderse. También es posible coger un coche troll, que te deja a 800 metros del glaciar. Son unos 3 kilómetros de caminata hasta el glaciar. Entre la ida y la vuelta, y el estar allí, tardamos 2 hora y media. El paisaje es increíble, se pasa cerca de unas cascadas enormes, que con la cantidad de agua que llevan, al pasar por al lado te calan entero. Los enanos se lo estaban pasando en grande. Al llegar, tras una enorme roca, aparece el tan ansiado glaciar. Aunque es espectacular, nos quedamos un poco decepcionados por la cantidad de hielo que quedaba. Hace 10 años, llegaba hasta la misma orilla del lago. Esto es lo que demuestra, que el cambio climático es cierto y que está para quedarse, como no hagamos algo por solucionarlo.

 

Como Iker y Noa, no lo habían visto antes, se quedan impresionados. Estamos un buen rato disfrutando del paraje. Hay muy poca gente, por lo que se respira mucha paz y tranquilidad. El loco de Iker nos pregunta a ver si puede bañarse, no está muy bien de la azotea. Pero es cierto que el color tan claro del agua llamaba a ello. Eso sí, en cuanto metió las manos para coger los cachos de hielo que estaban flotando, ya se le habían quitado las ganas.

Por el camino de vuelta, vimos unos cuantos ponys y animales diversos, en granjas que había por allí. Habíamos tenido suerte, el tiempo nos había respetado durante toda la caminata, aunque no podríamos celebrarlo durante todo el día.

Glaciar Boyabreen y Suppehellebreen

Ahora seguimos la carretera 5. Esta es muy estrecha, y en mucho momentos sólo hay un carril, con arcenes más anchos en algunos sitios, para poder parar y que pasen los coches del otro lado. Esto hace que se tarde un mundo en recorrer muy pocos kilómetros.

En el pueblo de Fjaerland, hay un desvío a 4 kilómetros, por el que se accede a dos de los brazos del glaciar Jostedalsbreen. El Boyabreen y el Suppehellebreen. Son de muy fácil acceso, se llega con el coche casi hasta el glaciar. Esta vez no tenemos suerte y el mal tiempo que nos estaba acompañando por esta zona, no nos permite verlos con tranquilidad, ya que no para de llover. Además tampoco impresionan mucho, porque no tienen casi hielo y con la lluvia lo poco que hay está muy sucio.

 

Glaciar Nigardsbreen

De nuevo en el coche, nos dirigimos hacia el Nigardsbreen, considerado como el brazo más espectacular del Jostedalsbreen. Nosotros la anterior vez no habíamos estado, así que también estábamos con muchas ganas de descubrir si era cierto eso que decían.

Son las 19:00 y todavía nos queda un largo camino. Son 100 kilómetros, pero a un ritmo muy lento, que nos hará tardar casi 2 horas en llegar.

En el pueblo de Sogndal, hay que coger la carretera 55, hasta Gaupne, en donde iremos por una carretera más estrecha todavía, la 604, a lo largo del río Jostedola. Los paisajes por esta zona son increíbles. Ya sé que soy muy repetitivo, pero es se puede estar horas y horas conduciendo sin cansarte, sólo por seguir viendo más y más.

A las 21:00 llegamos a la entrada del glaciar. La idea era verlo como era por fuera, hasta lo más que nos pudiésemos acercar y luego buscar alojamiento. Pero hay una barrera que impide el paso previo pago de 40 NOK. Así que decidimos buscar alojamiento y dejar la visita para el día siguiente. Justo al lado está el camping Nigardsbreen, todo un ingenio de nombre. Vamos a verlo y está pelado. Sólo es una campa, completamente encharcada de la cantidad de agua que había caído, bueno, y que seguía cayendo, y unos pocos bungalows. No nos convence en absoluto.

Visto que la tienda no la íbamos a poder poner, por como estaba el terreno, decidimos dejar el coche en una zona al lado del camping y allí mismo dormir. Sacamos unas cuantas cosas y las pusimos debajo del coche para que no se mojaran en exceso, y preparamos nuestra picasso para dormir. Esta vez, la bordamos. Iker y Noa, en los asientos de delante completamente tumbados, y Usu y yo con la parte de atrás para nosotros solos. Hombre, había unas cuantas cosas por en medio, pero con el cansancio que teníamos no nos importaba mucho.

 

Nos pusimos la cena allí mismo y para las 23:00 estábamos dormidos.

La noche, para como pintaba, ha sido bastante buena. A las 8:00, estábamos pagando los 40 NOK, para acceder al glaciar Nigardsbreen. Son unos 3 kilómetros de carretera estrecha, para llegar hasta el aparcamiento. Sólo hay un coche, lo que es buena señal. El día, aunque está nublado, nos permite disfrutar sin mojarnos. Nada más dejar el coche, hay un pequeño embarcadero en el que hay unos botes que te acercan un poco hasta el glaciar. Cuestan 60 NOK adultos y 40 NOK niños, ida y vuelta. Cuando empezamos la caminata, todavía estaba cerrado, así que no tuvimos opción de elegir.

 

Justo en el mismo momento que nosotros, llegó una pareja que nos adelantó a toda leche. El camino no era muy dificultoso, pero sí es cierto que había zonas en las había que pasar por encima del agua que caía de las cascadas, en otras había que sortear unas alturas considerables, resbalaba bastante, ….. En menos de 10 minutos nos cruzamos con la pareja que nos había adelantado. Se estaban volviendo y nos dijeron que no fuésemos porque estaba impracticable y que se habían caído un par de veces. Nosotros les dimos las gracias y seguimos para adelante. En hora y media estábamos delante de uno de los glaciares más espectaculares que habíamos visto hasta ahora. El color azulado y la magnitud del hielo, lo hacían de una belleza sin igual.

Llegamos completamente solos, es lo que tiene madrugar. Había que cruzar un puente de madera, que atravesaba un río bastante caudaloso. Luego era posible acercarse hasta el mismísimo glaciar por la parte izquierda, atravesando una explanada de rocas, pero como estaba empezando a llover y resbalaba bastante nos acojon…. un poco y no fuimos. Cuando estábamos de vuelta, a lo lejos, ya se empezaban a ver a las primeras personas que estaban llegando. Una vez en el aparcamiento, había decenas de coches y hasta un par de autobuses. Habíamos conseguido disfrutar de esta maravilla de la naturaleza completamente solos.

 

Como no habíamos desayunado todavía. Aprovechamos ese marco sin igual, y en el aparcamiento nos preparamos un cola-cao calentito con galletas. La gente nos miraba un poco flipando, pero es que los Soria Galarraga somos así.

Sobre las 12:00 del mediodía, pusimos rumbo a Bergen, pasando por una de las iglesias más antiguas de Noruega, diferente cascadas espectaculares y paisajes, como no, de salvapantalles de ordenador. Pero esto, será en el siguiente post.

 

B.F.F.F.

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