Nuestros últimos días de estancia en el paraíso filipino de El Nido nos iban a deparar una de cal y otra de arena. Por un lado íbamos a hacer un island hopping en el que veríamos unos paisajes que nunca habíamos disfrutado en nuestra vida y por otro seríamos testigos del lado más amargo de las zonas turísticas de todos los países del mundo.

Lo que se presentaba como una noche tranquila y agradable, se convirtió en una auténtica «pesadilla en la cocina» 😉 Después de habernos quedado dormidos plácidamente, nos despertamos sudando y sofocados, hacía un calor infernal dentro de la pequeña habitación. El aire acondicionado había dejado de funcionar y al encender la luz para ver qué le pasaba y comprobar que tampoco funcionaba, nos dimos cuenta que era por un problema eléctrico. Salí a preguntar a recepción a ver que pasaba, y el hombre que tenía que estar de guardia, me lo encontré completamente sobado en un sofá y tras unos cuantos movimientos conseguí despertarle. Echó una ojeada y nos dijo que eso era cosa del generador del pueblo, que ellos no tenían nada que ver. Salí a la calle y ví todo con una luz radiante y el único sitio en el que estaba todo apagado era el nuestro. Como tampoco hablaba mucho inglés decidimos dejarlo para la mañana. Eran las 2:00 y hasta las 7:00 que nos levantamos fue un horror de vueltas para un lado y para otro y con unas sudadas increíbles.

Al levantarnos fuimos a donde la chica que estaba el día anterior, le contamos lo sucedido y nos dijo que fuéramos al pueblo a hablar con su jefe que allí tenían una agencia de excursiones. Cogimos la moto y nos acercamos. Cuando entramos le contamos al hombre lo que había pasado y nos dice que eso lo lleva su mujer que tenemos que esperar a que baje que está todavía durmiendo. Y digo yo, una llamadita y comentarle que hay unos clientes con algún problemilla y que se de prisa????? Pues no. Así que nos fuimos a desayunar, y media hora después todavía tuvimos que esperar un rato más. Cuando por fin la señora se dignó a bajar y pudimos explicarle lo que nos había sucedido, se nos quedó mirando como las vacas al tren. Por un oído le entró y por el otro le salió. Nos dijo que ella no podía hacer nada 😯 . Viendo que no íbamos a conseguir nada, ya que estábamos en el sucio y rastrero mundo de lo extra-turístico, preferimos largarnos y disfrutar del día para no amargarnoslo.

Volvimos a la misma playa del día anterior, Lio beach, y en la arena sentados recreándonos con el maravilloso espectáculo rocoso que se erigía frente a nosotros en medio del mar, nos pegamos un segundo desayuno con unos bollos y unos zumos que habíamos comprado mientras hacíamos tiempo en el pueblo.

Después de un refrescante baño matutino seguimos nuestro camino hacia el norte a las cascadas de Nagkalit – Kalit, de las cuáles nos habían hablado los chicos catalanes con los que habíamos coincidido la noche anterior. Situadas a unos 10 kilómetros desde el aeropuerto, quedaban a mano derecha de la carretera. Se nos ofreció un guía por 200 PHP pero preferimos hacerlo por nuestra cuenta. Al de poco de empezar a andar tuvimos que pagar 10 PHP por persona no sabemos muy bien en concepto de qué. Salió una señora de su casa con su bebé en un brazo y en el otro con un libro azul y señalándonos un cartel en el que indicaba el pago que había que realizar le dimos el dinero. El trayecto atravesaba unos paisajes preciosos. Era una buena caminata entre bosque. Nosotros tardamos cerca de una hora en llegar, pero también hicimos paradas intermedias para refrescarnos cada vez que cruzábamos el río. Como no era temporada de lluvias estaba más seca que la mojama, pero aún así mereció la pena la pequeña excursión.

De nuevo en la moto y más hacia el norte todavía, nos acercamos hasta la playa de Napang beach. Desde la carretera principal había una desviación a la izquierda con un cartelito y unos 20 minutos después por un camino pedregoso llegamos a la entrada a la playa. Había que pagar 100 PHP por persona para acceder, pero había un cartel en el que ponía que los residentes pagaban la mitad, así que al ir a coger los tickets le dije que vivíamos allí. Me miraron con cara de extrañeza y me preguntaron donde, «cerca de El Nido en una pequeña cabaña desde hace muchos años…», parece ser que coló, me dieron las entradas y me indicaron la dirección a la playa «ya sé hombre!!!! no ves que llevo muchos años viviendo aquí!!!» y por otro lado Usua y los críos sacando fotos por doquier «Usu coño guarda la cámara que si no no cuela…..» 😉 Unos pocos metros más adelante llegábamos a la preciosa playa de Napang beach. Justo al lado del aparcamiento había un par de chiringuitos con hamacas y sombrillas, pero alejándose unos pocos metros tanto a derecha como a izquierda, se estaba completamente solo en una playa paradisíaca. En la zona de la izquierda mirando al mar, detrás del arenal, había como una pequeña laguna en la que estaban atracados los barcos pesqueros.

Después de disfrutar de pleno de la preciosa playa, en los chiringuitos que hay en medio de la carretera, paramos a comer unas hamburguesas. 4 hamburguesas, agua y refrescos por 290 PHP. Pero lo mejor vino cuando al traerlas empezamos a comer y le miramos la cara a Noa, algo no iba bien, le sabía raro. Miramos dentro y sólo había queso y ketchup lo más importante no estaba. Comprobamos las otras y la de Iker estaba igual. Se lo dijimos a la chica y riéndose y pidiéndonos disculpas se las llevó y al de un rato las trajo correctamente. Como no hablaba nada de inglés creímos que al pedirle sólo la hamburguesa con queso ella llegó a creer que era solo el pan con el queso.

De vuelta a la carretera principal vimos que el cielo estaba de dar miedo y pocos metros mas adelante lo comprobamos con un pedazo aguacero en el que una sola gota de lluvia nos cubría a los cuatro integrantes de la moto. Nuestra intención era seguir más al norte y rodear la punta hacia el este, pero precisamente de esa zona era de donde venían las nubes negras, así que calados hasta los huesos decidimos volver a nuestra playa de Corong Corong en la que el cielo sí que estaba despejado. Por el camino y en sentido contrario nos cruzamos con los chicos catalanes que iban en moto hacia las cascadas.

Nos fuimos a la zona del hotel donde habíamos estado el día anterior y picando algo y con unas cervezas y refrescos, bañándonos y tomando el sol pasamos el resto de tarde. Iker y yo fuimos a devolver la moto y decidimos darles una sorpresa a Usu y Noa cogiendo una excursión para el día siguiente. Los tours eran en todos los sitios los mismos y los precios también, salvo en el pueblo de El Nido que eran un poco más caros. Estaban el A, B, C y D (se rompieron la cabeza pensando los nombres….). Nosotros cogimos el A que en teoría era el más llamativo. Costaba 1.200 PHP por persona y a los enanos conseguimos que nos los dejara en 500 cada uno. Tenía snorkel y comida incluídos. Además había que pagar en concepto de tasas medioambientales 200 PHP por adulto y 100 PHP por niño. El sitio se llamaba «blacknight» y estaba en la carretera principal cerca del mercado. Fueron muy amables en todo momento.

Cuando ya estábamos en el hotel duchándonos para salir a cenar, oímos que nos tocan en la puerta. Me pongo una toalla, salgo, y era la chica de recepción. Su jefe le había dicho que teníamos que dejar la habitación inmediatamente. Un tanto alucinados, le dije que de allí no me movía ni el ejército hasta que no nos devolviese cada peso que nos habíamos gastado. Al de un rato vuelve para decirnos que le había dicho el jefe que nos devolvería la parte proporcional. Visto que allí no iba a ser posible el entendimiento, me acerqué hasta el bar en el que habíamos estado tomando algo en la playa que tenía internet. Por whatsapp llamé a mi padre para que hablara con agoda sobre lo que nos pasaba. Pocos minutos después recibía una llamada de la empresa en la que me comentaban que se habían puesto en contacto con ellos y que les decían que sólo se había ido la luz por un par de horas y que nos estaban ofreciendo cambiarnos de habitación. Les puse al corriente de todas las mentiras que habían dicho y de lo sucedido realmente y me dijeron que no me preocupase que enseguida retenían el importe y me lo abonaban y que si quería, se ofrecían a buscarme otro alojamiento. Decliné el ofrecimiento, porque prefería hacerlo in situ. Pero sinceramente me sorprendió la diligencia que demostraron con un problema y la rapidez con lo que lo solucionaron.

Se empezaba a hacer de noche y comencé a buscar en todos los alojamientos posibles. La gran mayoría estaban llenos y los que tenían alguna habitación vacía no bajaba de los 100 €. Pensando que no nos iba a quedar más remedio que soltar un pastizal, dí con el «Sunrise pension». Una habitación grande con ventilador, 2 camas, baño, mosquiteras e internet que funcionaba por 1.200 PHP. Aunque conseguí sacarlo por 1.000. Ni en esos casos se me quitaban las ganas de regatear 😉

Fue una experiencia bastante desagradable que no nos había ocurrido nunca en 20 años viajando alrededor del mundo. Sobre todo por la hora que era y estar con los enanos. Ya en nuestra nueva habitación más relajados, nos fuimos al centro a cenar. Pasamos por el mercado del pueblo y fue una pasada ver la variedad de peces que había, la mayoría nada que ver con los nuestros y algunos de ellos probablemente los habíamos visto días antes haciendo snorkel.

Esta vez la noche si fue plácida y tranquila. A las 8:30 teníamos el triciclo esperando para llevarnos hasta la playa de El Nido en donde comenzaba nuestra excursión. Vimos como el chico que nos acompañaba le dió 50 PHP al conductor, con lo que nos quedó claro que era el precio correcto por el trayecto. Al llegar había bastantes barcos y muchísima gente. Tenía pinta de que iba a ser un poco agobiante. Nos apuntamos en una lista en donde seguido se suponía que había que pagar las tasas para hacer la excursión. Como nadie nos pidió el dinero supusimos que se pagaría al acceder a las islas como nos sucedió en Bahía Honda. Pero olvidado por completo, a la noche en el hotel nos dimos cuenta de que al final no la pagamos.

El barco era bastante grande e iríamos unas 15 personas más 5 tripulantes. Nada más montarnos coincidimos con una persona muy peculiar. Se llamaba Luis Mazarrasa, era articulista del periódico El País, había escrito diferente guías de viajes de la «Guía Azul», una de las cuáles, Camboya, yo tenía en mi casa, y también había escrito unos cuantos libros de viajes, el último «Viajero al curry» el cuál hablaba sobre la India y nos estuvo deleitando con muchas anécdotas durante la excursión. Por cierto, el libro totalmente recomendable.

Lo que más nos impresionó de la excursión fue….. TODO. No podemos elegir nada, ya que cada cosa que veíamos superaba con creces a la anterior. Visitamos 7 commando beach, shimizu island, big lagoon, secret lagoon y small lagoon. En este último alquilamos un kayak por 200 PHP y fue algo indescriptible. Hasta nos metimos en una pequeña cueva debajo de las rocas calizas. Fuimos los precursores y detrás nos siguieron unos cuantos. La comida fue muy variada, deliciosa y abundante. Y el snorkel aunque nos pareció mejor el de Port Barton también estuvo muy bien.

Sobre las 17:00 terminamos la excursión. Nos despedimos del gran Luis, con el cuál pasamos un maravilloso día y cogimos otro triciclo hasta el hotel por 50 PHP. Duchita y de nuevo al centro paseando por la playa. Unos 45 minutos andando y los enanos después del cansado día ni rechistar. Estábamos todos como en un precioso sueño del que no queríamos despertar, pero por desgracia estaba llegando a su fin. Fuimos al mismo sitio del primer día y comimos unos spaguettis, un cerdo al no se qué, un calamar relleno y unos tallarines con gambas, 2 cervezas y 2 refrescos por 630 PHP. De nuevo todo riquísimo y muy económico.

Dimos un pequeño paseo y como al día siguiente nos venían a buscar a las 4:30 para volver a Puerto Princesa decidimos poner punto y final a uno de los días más bonitos de Filipinas.

B.F.F.F.