Kédougou y Dindéfelo, Senegal

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18/01/2017
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23/01/2017
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Continuaremos nuestro viaje hacia el interior de Senegal llegando hasta Kédougou, ciudad principal para visitar los alrededores del país Bassari. Desde allí, nos acercaremos a Dindéfelo, casi en la frontera con Guinea, donde tendremos la oportunidad de disfrutar de su impresionante cascada con más de 100 metros de caída.

Esperando en el puesto de policía que estaba a unos 10 kilómetros del parque, nos hicieron entrar a las dependencias para no pasar calor y hasta nos invitaron a un café. El hombre nos explicó que a esas horas iba a ser complicado que pasara ningún tipo de transporte, ya que todos salían a primera hora de la mañana. Pero a las 15:00 pasaba una ndiaga ndiaye con dirección Kédougou. El único inconveniente era que todavía no llegábamos ni a las 12:00 del mediodía.

Casi una hora después pasó el primer vehículo desde que habíamos llegado nosotros. Era una furgoneta pick-up. Uno de los policías le dió el alto y estuvo un rato hablando con el conductor. Nos llamó para que nos acercáramos y nos dijo que nos llevaban hasta nuestro destino. El policía se fue y le dimos las gracias por la atención prestada. Cuando fuimos a montarnos en el coche, vimos que estaba lleno y al conductor con el dedo señalándonos la parte de atrás, es decir en donde la carga, al aire libre. Tiramos las mochilas dentro y nos subimos, pero antes de arrancar se nos acercó uno de los pasajeros y nos dejó claro que ese viaje no iba a ser gratis. 5.000 CFA por llevarnos. Lógicamente no pusimos ninguna pega. Si además íbamos a ir con aire acondicionado, como para decir algo, ……

Kédougou

La carretera estaba bastante bien, pero a unos 50 kilómetros desaparece y se convierte en un camino de tierra. Tres horas y 160 kilómetros después, llegamos a Kédougou. Aunque es una ciudad con casi 80.000 habitantes, parece un pueblo de lo más tranquilo, con las típicas cabañas tradicionales y la carretera que atraviesa el pueblo hecha de tierra. Vamos a buscar alojamiento, y uno que teníamos mirado en la guía estaba cerrado, pero justo al lado se encontraba el Hotel Le Bedik. Una piscina maravillosa, no como la del parque, y unas cabañas individuales muy chulas. Nos pidió 32.500 CFA, pero sin mucho esfuerzo nos lo dejó en 25.000. Por primera vez desde que estábamos en Senegal, el precio se correspondía con lo ofrecido. Dejamos las cosas en la habitación y fuimos directos a la piscina. !!!Que lujazo!!!!

 

Con mucha hambre después de todo el día sin probar bocado, le preguntamos a uno de los trabajadores del hotel algún sitio para comer rico, y el hombre se vino con nosotros hasta el centro del pueblo. Estuvimos en un restaurante llamado Black & White, en el que comimos de maravilla, incluido nuestro acompañante.  3 platos de arroz con pescado y un par de ensaladas con tres cervezas gazelle por 8.500 CFA.

De allí fuimos a sacar dinero en un banco que había al lado de la gasolinera y después a internet a ponernos un poco al día de lo que acontecía en el mundo. Nos sorprendió ver un sitio tan nuevo, con pantallas planas y teclados con el precinto. Estaba situado al lado del mercado. Además la conexión iba bastante rápida. 300 CFA/hora.

Volvimos al hotel a seguir relajándonos en la piscina y cuando nos tumbamos un poco, antes de ducharnos para volver al pueblo a dar una vuelta y cenar, se acabó nuestra consciencia sobre ese día.

!!!Que auténtica maravilla de noche!!! Nos habíamos tumbado a descansar antes de salir, sobre las 20:00 de la tarde, y habíamos despertado por primera vez a las 7:30 de la mañana. Casi 12 horas del tirón. La causa, el aire acondicionado que pusimos a 18 grados y aquello parecía el polo norte, pero tapados con las mantas estuvimos en la gloria.

El día amaneció completamente despejado, otro más, lo que auguraba que sobrepasaríamos los 40 grados, otra vez. Nos pasamos la mañana en la piscina. Estuvimos poniendo en orden nuestro mundo interior y hablando mucho sobre nosotros y nuestras vidas. Podría sonar muy místico y algo cursi, pero este viaje si algo nos estaba dejando, era mucho tiempo libre para darle vueltas al coco.

Decidimos quedarnos una noche más y al día siguiente volver hacia Dakar para ver la ciudad y poner punto y final a nuestro viaje. Fuimos a recepción a comunicarlo, pero tenían todo lleno, lo que nos sorprendió bastante, ya que habíamos pasado el día anterior y toda la mañana completamente solos. Aunque nos ofreció otra cabaña, también con aire acondicionado pero con el baño fuera, por 15.000 CFA. Como estábamos a gusto optamos por aceptarla.

Salimos del hotel con dirección al centro del pueblo para contratar algún trasporte, que nos llevara a ver toda la región montañosa del País Bassari. Preguntamos a un montón de taxistas, pero ninguno bajaba de las 40.000 CFA y además estaban bastante apáticos. Hasta que dimos con uno que tenía más ganas de trabajar y estuvo dispuesto a hacernos un recorrido por la región por 27.500 CFA.

Dindéfelo

El paisaje de toda esa zona era precioso. Los pequeños poblados con sus cabañas de paja y adobe estaban rodeadas de montañas de un verde intenso, algo bastante sorprendente para llevar casi 9 meses sin llover. Se notaba hasta en las vacas, que estaban bastante más regordetas que las del resto del país.

 

A unos 30 kilómetros de Kédougou, se encuentra Dindéfelo. Otro pequeño poblado con sus típicas casas y animales alrededor. Allí fuimos a visitar una cascada con más de 100 metros de caída. Empezamos a andar por en medio del bosque una vez atravesado todo el pueblo, y como una media hora después, nos dimos de frente con un paisaje increíble. Ante nuestros ojos se abría un claro en medio de la selva y enfrente una enorme pared escarpada con un poco de vegetación y una caída de agua que nos dejó alucinados. Debajo había una poza bastante grande para bañarse y en la que estuvimos disfrutando como enanos con nuestro chófer incluido.

Había un grupito de unos 10 franceses, pero cuando llegamos nosotros ellos ya estaban recogiendo para irse, con lo que pudimos disfrutar de esa maravilla de la naturaleza completamente solos.

Mientras nos bañábamos se nos acercaron unos críos para ver si queríamos ir a ver un par de poblados de minorías étnicas que había mas arriba, pero con lo a gusto que estábamos y que nunca nos ha gustado eso de ver a la gente como si estuvieran en un zoo o en una exposición, declinamos su invitación.

De vuelta en Kédougou y tras haber pasado uno de los mejores días de todo el viaje (no hay nada como ponerse pensativo), volvimos al Black & White a comer – merendar, ya que eran casi las 17:00. Nos comimos un par de ensaladas con patatas y pollo en salsa, los ya tan típicos platos arroz con pescado, tres cervezas y una botella grande de agua, por 6.500 CFA. Otra vez todo delicioso. La comida era poco variada, pero tenía un sabor increíble.

Y para poner la guinda del pastel al día, según nos íbamos hacia el hotel a disfrutar de nuestra maravillosa piscina, pasamos por delante de una cancha de baloncesto en la que había un par de chicos echando unos tiros. Edu no dejó pasar la oportunidad y les dijo a ver si jugábamos un partido. Aceptaron, y en menos de 5 minutos estábamos rodeados por un montón de gente. Edu en chanclas y yo descalzo, no presagiaba nada bueno. Al terminar, por supuesto con victoria foránea, nos sacamos unas fotos entre unos cuantos de los congregados por allí.

 

Ya en la piscina, empezamos a ver las consecuencias que había tenido el partido. Edu se había torcido el tobillo con un agujero que había en medio de la zona y lo tenía como una bota, y yo al jugar descalzo y con el suelo ardiendo, me había salido una ampolla enorme llena de sangre, que no se había llegado a abrir. Estuvimos la tarde esperando a ver si mejoraba, pero cada vez iba a peor y me empezaba a doler sin ni siquiera apoyar el pie, así que cogimos un taxi que nos acercó hasta la farmacia del pueblo. Allí nos recomendaron ir al hospital, y eso fue lo que hicimos. Al llegar nos sorprendimos bastante, ya que ese hospital parecía de los años 20. Era un barracón, con un par de sillas y un par de camillas completamente oxidadas. Había una vitrina con algunos medicamentos y poca cosa más. También había una niña a la que le había pillado una moto y tenía la pierna rota y la cara completamente ensangrentada. No sabemos como la pudieron ayudar, pero desde luego con lo que tenía aquel hospital era imposible. Se nos cayó el alma a los pies.

Mientras Edu pagaba las 800 CFA que nos cobraron por la consulta, el médico, con un bisturí recién abierto, me cortó la zona de la piel donde estaba la herida y limpió toda la sangre con unas gasas. Me hizo una muy buena cura, pero si hubiera sido un poco menos bestia se lo habría agradecido más todavía.

Me fuí al hotel a descansar, ya que el dolor me había dejado muy mal cuerpo y Edu a por los antibióticos que me había recetado el médico. Y al de un rato le veo aparecer en la habitación seguido del taxista que nos había llevado. Le estaba reclamando 7.000 CFA y él le había pagado 2.000, mucho más de lo que tendría que haber sido por poco más de 500 metros de distancia que había entre el hospital, la farmacia y el hotel. Vino el chico de seguridad, le explicamos lo sucedido y nos dió completamente la razón. Estuvo hablando con el taxista y como no entraba en razón, al final lo acabó echando. Nos dijo que nos nos preocupáramos, que habíamos topado con el jeta y estaba intentando aprovecharse.

Viendo como estábamos, se ofreció a irnos a comprar unos bocatas para la cena. Aceptamos su propuesta y le dimos 5.000 CFA. Media hora después nos tocaba la puerta con nuestros bocatas en una mano y las vueltas en la otra. Le pedimos que se las quedara por el favor que nos había hecho, pero se negó rotundamente. Seguimos alucinando con la maravilla de gente que puebla este país.

A la 1:00 nos metemos a la cama bastante doloridos. El día que más tarde nos acostábamos desde que estábamos en Senegal.

B.F.F.F.

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