Kendari y el final del viaje por Sulawesi.

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Kendari y el final del viaje por Sulawesi.

Para terminar un viaje increíble, nos quedaba la parte sureste de la isla. Una zona nada turística y muy compleja en cuanto a transportes, carreteras y sobre todo idioma. Algo que nos hizo perdernos otra de las maravillas que estaba planificada en nuestra agenda.

A las 5:30 tocaron diana. Fue otra noche un tanto movida. Sin darnos cuenta, habíamos dejado los restos de unos plátanos y algo de comida en la basura de fuera, y durante la noche fue continuo el trasiego de animales a través del tejado de uralita que hacían un ruido tremendo. Nos imaginamos que habrían sido monos. Al levantarnos vimos que estaba todo desperdigado por la zona del porche. Se habían puesto chatos 😉

Justo cuando cogíamos la lancha que nos llevaría hasta Wakai, incluída en el precio del hotel, el barco pasaba por delante de nuestra isla. Eran las 6:15, pero no hubo problema ya que nosotros íbamos mucho más rápido y lo adelantamos llegando al puerto con bastante antelación. Esta vez los billetes nos salieron los 4 por 200.000 R. Cogimos los mismos sitios que a la ida y a las 8:15 estábamos rumbo a Ampana. Éramos los únicos occidentales en el barco. Estuvimos charlando con un oriundo de Gorontalo. Imam, que era guía de la zona y con el que no paramos de reírnos en todo el viaje. Dejo su teléfono por si alguien estaría interesado +62 85255492720. El resto de pasajeros que estaban en la parte de arriba se unieron a la conversación (Imam nos hacía de traductor) y pasamos unas horas muy divertidas cantando, riendo y hasta bailando. Además nos acompañaron durante un buen rato y muy pegados al barco un grupo de delfines que no paraban de hacer acrobacias, lo que a los niños les alucinó.

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A las 13:00 llegábamos a Ampana y como era de suponer, el coche con el que habíamos quedado antes de partir hacia las Togean, no estaba allí. Le mandé un mensaje y al de un buen rato me llamó de muy malas maneras diciéndome que me esperase allí que ya llegaría. Alucinado por su reacción, le mandamos a paseo y nos buscamos la vida. Salimos del puerto, ya que allí todos nos querían timar al haber visto que estábamos tirados y fuera cogimos un ojek con asiento delante para los 3 y yo en la moto con él. 40.000 R. Dentro de la terminal nos pedían 50.000 R. por persona.

Le explicamos como pudimos lo que nos pasaba y nos llevó hasta el embarcadero del pueblo. Allí estuvimos una hora negociando el modo de ir hasta Kendari, precios y etapas a realizar con un tipo (Anan) que se encargaba de eso y que nos trató de maravilla. El problema es que nadie solía ir a esa zona y menos del tirón por lo que le supuso un quebradero de cabeza. Finalmente, conseguimos dos coches privados seguidos. Primero Ampana – Bungku (12 horas) y de allí otro hasta Kendari (10 horas). 1.450.000 y 1.300.000 R. respectivamente. Era caro pero no veíamos otra manera de ir. Y en transporte público iba a ser poca la diferencia, sin olvidarnos de la cantidad de etapas e incomodidades que tendríamos que pasar para un día completo de viaje por carretera. Quedamos a las 8:00 del día siguiente. El chico del ojek estuvo esperando y nos llevo de nuevo al Lawaka Hotel. No había habitación deluxe, así que nos quedamos con la superior por 385.000 R. Cuando le fui a pagar, le pregunté cuanto le daba, ya que los 40.000 era sólo por el primer trayecto y además nos había estado esperando más de una hora. Me miró con cara de no saber qué decirme y me dijo que si me parecía bien 70.000. ¡¡¡Por supuesto que no me pareció bien!!! Nos había cobrado el precio real del barco al centro, nos había salvado el final del viaje llevándonos a un sitio donde conseguimos organizar todo, estuvo esperándonos y seguido nos acercó hasta nuestro hotel. Cogí dos billetes de 100.000 Rupias y se los extendí dándole las gracias enormemente. Al principio no quiso cogerlos, pero tras insistir los aceptó. Sin duda esto era lo bonito de las zonas que no están contaminadas con tanto turismo. Vino hasta la habitación con nosotros porque quería despedirse de los enanos. Sin duda un gran tipo. La pena es que no me dí cuenta de cogerle el teléfono.

La tarde pasó sin pena ni gloria. Fuí a comprar algo de comida mientras el resto se quedaba en la habitación disfrutando del fresquito, ya que fuera hacía un bochorno agobiante. Intenté sacar dinero y otra vez tuve problemas con Ing. Algo que era la primera vez que me pasaba después de muchos viajes utilizando la tarjeta.

Llegaron las 8:00 de la mañana y comenzaba nuestra odisea en coche. Estaba bastante aceptable y el conductor fue muy agradable pero de pocas palabras, sobre todo en inglés. Los paisajes que atravesamos eran preciosos y la carretera decente. A las 19:00 estábamos en Bungku, pero nos pasamos 2 horas de reloj esperando a nuestro nuevo conductor que se estaba duchando y preparando, según nos dijo Anan desde Ampana.

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El nuevo conductor parecía no sólo que había bebido agua antes de venir, se le veía muy acelerado y se tocaba en exceso la nariz, lo cuál me dió muy mala espina e hizo que no echara ni una cabezada en toda la noche. Allí la mayoría de los coches eran 7 plazas, por lo que Iker se tumbó detrás del todo, Usu y Noa en medio y yo en el asiento delantero con Fernando Alonso. ¡¡¡Vaya manera de conducir!!!! Además de noche y con unas luces que no alumbraban a más de metro y medio de distancia. Eso sí, se sabía hasta el bache más recóndito de la carretera, por llamarla de alguna manera, ya que el 90% del trayecto que lo realizó por la costa, fue de piedras y tierra con unos agujeros que llegaban a veces hasta la mitad del coche, sin contar con las piscinas que parecía que se lo fuera a tragar.

A las 3:00 de la mañana, nos paró en un pueblo perdido de la mano de Dios y nos dijo que ya habíamos llegado. Era Tinobu, un pueblo pesquero de la costa este pero a más de 2 horas de Kendari. Tras unas llamadas telefónicas y diciéndole que ni de coña nos bajábamos allí, que eso no era Kendari, se da cuenta del error (o vé que no nos la puede meter) y seguimos camino. A las 6:00 de la mañana por fin habíamos llegado.

Fuimos al hotel Swiss Belhotel por 505.000 R. la noche y nos dejaron hacer el check-in aunque era muy temprano. Las habitaciones eran muy espaciosas y bonitas, con dos camas enormes. Tenía una piscina enorme y estaba el desayuno buffet incluído. Nos acostamos un poco y del cansancio, hasta las 10:00 no nos despertamos.

El haber terminado el viaje ahí, era porque teníamos pensado haber ido a las Islas Tukangbesi o a Labengki. La primera, por falta de tiempo la tuvimos que descartar (es lo que tenía no llevar las cosas atadas y disfrutar del momento) y fue la segunda la que intentamos realizar, pero por desgracia sin éxito 🙁 . Intenté alquilar una moto, pero allí creo que no estaban acostumbrado a eso, así que me monté con un tipo que por 25.000 R. me acercó hasta el embarcadero. Una vez allí, pregunté por todos lados pero nadie hablaba inglés. Con el traductor de google algo pude avanzar, pero era muy complicado. Uno me dijo que me llevaba, le pregunté precio pero no me respondió y me seguía diciendo que le acompañara. La verdad es que no me olió nada bien y decidí dejarlo. Había intentado contactar con un montón de agencias, porque me suponía que iba a ser complicado hacerlo por nuestra cuenta debido al idioma, pero casualidad los días que estábamos en Kendari coincidía que celebraban el día de la independecia y tenían unos cuantos días de fiesta, por lo que los que eran un tanto económicos estaban cogidos y los demás no bajaban de 1.000 €. ¡¡¡Una auténtica barbaridad!!! Con mucha pena, ya que no creo que volvamos a esa zona y era algo que me apetecía mucho ver, volví al hotel.

El resto de días que nos quedaban, los pasamos relajándonos, que tampoco nos venía mal, después del tute que llevábamos de viaje. Piscina, desayuno, paseo por el pueblo, comida, piscina, cena,  dormir. Además Kendari tampoco tenía nada especial.

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Con pena, llegaba el día de la vuelta a casa. A las 8:00 cogimos un grab car hasta el aeropuerto por 44.000 R. Nuestro vuelo lo habían cancelado. Nos devolvieron el dinero y cogimos otro con Citilink pagando 1 millón de rupias más, ya que sino habríamos llegado tarde a Jakarta donde queríamos aprovechar el último día para hacer unas compras. El vuelo hacía escala en Makassar, pero no tuvimos que bajarnos del avión. A media mañana estábamos en Jakarta y con otro Grab car por 56.000 R. llegamos al Ibis hotel que habíamos cogido cerca del aeropuerto. Dejamos todos los bártulos y nos fuimos hasta el Mangga Dua Mall, un centro comercial enorme donde gastamos las últimas rupias que nos quedaban. Nos dimos el capricho de ir al Pizza Hut después de más de un mes degustando comida asiática. 250.000 R. por una pizza grande, spaguettis, bocatas raros y refrescos. Tras casi 4 horas de locura consumista, volvimos a nuestro hotel atravesando unos callejones que en algunos momentos nos acojonaron, pero la gente sonreía y saludaba sin parar. Vimos ratas del tamaño de gatos. Como siempre, cogimos las almohadas y mantas que habíamos tomado «prestadas» del avión y se las dimos a una señora con sus hijos que estaban durmiendo debajo de un puente en medio de la carretera. Fuimos a cenar y pronto a dormir, ya que al día siguiente teníamos el avión internacional con una escala en Jeddah de 6 horas.

Madre mía que perezosas eran siempre las vueltas a la realidad!!!!

B.F.F.F.

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