Desde Sagada hasta la península de Caramoan, Filipinas
24/05/2017Donsol y el volcán Mayón, Filipinas
05/06/2017La península de Caramoan es completamente distinta al resto de la isla de Luzón. Allí disfrutaremos de la vida tranquila de los pescadores de la zona y aprovecharemos para hacer una excursión a las islas que rodean la zona. Islas con playas de arena blanca y aguas de un color verde azulado.
Atravesado el pueblo de Goa, parece como que estemos entrando en otro mundo. La carretera recorre la costa en continuas subidas y bajadas. Mientras a la derecha vemos un mar de un azul claro transparente a la izquierda hay un extenso bosque tupido con diferentes tonalidades de verde. Parece que estamos entrando en otro mundo completamente diferente. En la guía ponía que se parecía a la película de Jurassic Park y una vez en la costa no le falta razón. El último tramo de carretera está en malas condiciones. Adelantamos a bastantes furgonetas llenas de turista filipinos, lo que nos hizo temer como podría estar el lugar de gente. Pero una vez allí estaba tranquilo y nada agobiante.
Buscamos alojamiento, pero estaba casi todo lleno. No había muchos sitios para dormir y los que había tenían muy pocas habitaciones. Por suerte dimos con uno que acababa de librar una habitación. «Residencia PCM Paredes», era un edificio de piedra gris enfrente de la playa y con unas vistas increíbles de toda la bahía. La habitación tenía unas literas, un baño y a/a. Era pequeñita pero estaba muy bonita puesta. Nos pedía 1.500 PHP con desayuno incluido, y aunque intentamos regatear un poco, sabían que tenían las de ganar por el poco alojamiento que había, así que lo conseguimos dejar sólo en 1.250 PHP.
Aunque el día no estaba muy allá, estábamos con ganas de playa y lo primero que hicimos fue despelotarnos e irnos a dar un baño. Cayeron incluso algunas gotas, pero no como para que nos hiciera cambiar los planes. Nos alejamos un poco del centro del pueblo y la disfrutamos para nosotros solos. La playa no era espectacular pero el entorno sí que era de quitar el hipo, con un montón de barcos pesqueros en la orilla, rodeado de altos montes, algunos escarpados y otros llenos de una vegetación exuberante, y en el medio del mar un montón de macizos calcáreos en forma de pequeñas islas. Además el agua estaba llena de estrellas de mar, lo que para los enanos fue toda una diversión.
Pasamos toda la tarde en la playa. El agua estaba templada, incluso tirando a caliente, nada que ver con la temperatura del norte de Luzón. Aunque el día estaba bastante nublado, cada vez que salía el sol se hacía insoportable, así que nos vino bien para ir cogiendo color en nuestros blanquecinos cuerpos. Aún así, acabamos como cangrejos y eso que no paramos de echarnos crema en todo momento.
Mientras disfrutábamos del baño se nos acercó un chico para ofrecernos hacer una excursión por las islas cercanas. Estuvimos debatiendo sobre lo que visitaríamos y a que precio. Empezó en 2.500 PHP y acabó en 1.500 recorriendo un grupo de tres islas que había a mano derecha de la playa y con el barco para nosotros solos. Quedamos en vernos al día siguiente en nuestro alojamiento a las 7:00 de la mañana.
Volvimos al hotel a pegarnos una ducha y a dar una vuelta por el pueblo cuando nos encontramos con el primero de los percances que íbamos a tener. Al ir a abrir el grifo resultó que de allí no salía nada. Bajé a recepción a preguntar y me dijeron que se les había olvidado comentarnos, qué casualidad, que sólo había agua corriente a la mañana. Aunque nos dijo que no nos preocupásemos que enseguida nos traían unos cubos de agua. Al de 10 minutos nos aporrean la puerta y eran 3 chicos con un par de baldes de pintura cada uno llenos hasta arriba de agua, y dentro un cazo para poder echárnosla por encima. Era algo que no nos sorprendía ya que por Indonesia habíamos estado en muchos sitios en los que no había agua corriente. Lo que nos fastidió es que no nos lo hubieran dicho desde el principio intentando engañarnos. Nos pegamos una ducha refrescante y super divertida.
Salimos a dar una vuelta y de repente me tocaron en la espalda, era como el «sheriff» del pueblo, iba con una camiseta especial, una gorra y una porra. Me dijo que tenía que quitar el coche de donde lo tenía aparcado. No me dió ninguna explicación más, y me indicó donde tenía que dejarlo. Era delante de la casa de una familia y donde estaba anteriormente no molestaba a nadie. Aunque cuando me cobraron 100 PHP por aparcar ya lo comprendí todo. El pueblo era muy pequeño y no tenía nada salvo el ver la vida de la gente. Cogimos unos cuantos pintxos morunos de diferentes cosas a 50 PHP cada uno. Estaban riquísimos. Seguimos paseando y matando mosquitos ya que estaba anocheciendo y con tanto verde era normal, y justo en el momento que más lejos estábamos del hotel se puso a jarrear. La típica tormenta del sudeste asiático en la que una sola gota te moja la ropa entera. Cenamos unos ricos frostis con leche que nos habíamos aprovisionado en un super antes de llegar a Caramoan, para rememorar viejos tiempos pasados, y cansados de otro largo día nos tumbamos en la cama a leer y hacer los deberes y poco después nos quedamos todos dormidos.
Nos levantamos con el amanecer. Había sido una noche muy plácida. Incluso tuvimos que apagar el a/a del frío que hacía. Nos preparamos y bajamos a desayunar cuando llegó la segunda tomadura de pelo. Ya no había desayuno incluido. Nos había rebajado el precio pero a cambio de quitárnoslo. Alucinamos con lo jetas que eran, pero como estábamos descansados y a gusto decidimos pasar olímpicamente y nos metimos otros frostis con leche que para los críos era el mejor desayuno que podía haber.
Estuvimos esperando una hora a que llegara el hombre con el que habíamos contratado la excursión a la isla, pero al ver que no venía decidí ir a buscar a otro. Tras preguntar a unos cuantos que solo eran pescadores y no estaban por la labor de llevarnos, se nos acercó un chico que hizo de intermediario y lo mismo en lo que habíamos quedado el día anterior esta vez nos iba a salir por 300 PHP menos. Mientras esperábamos a que nos montaran en el «Bangka», nombre que se les da a los típicos barcos filipinos, me acerqué a un puestito a comprar algo para llevar y en ese momento apareció en moto el hombre con el que habíamos contratado la excursión. Me dice; «Venga vamos…», le miro y le digo; «Es broma no??? Llevamos más de una hora esperando….» y él; «Aaaahhhh, es que me había quedado dormido ya lo siento». Vamos un auténtico crack. Le mandé a seguir durmiendo y volví a la playa en donde ya estaban los críos y Usu montados en el barco preparados para salir.
La excursión fue de lo más chula. Estuvimos en tres islas diferentes, Matukad, Lahos y una tercera que no recordamos el nombre. Entre medias también hicimos un par de paradas para hacer snorkel, pero no había excesiva vida marina. Estuvimos el tiempo que quisimos en cada una, ya que éramos nosotros los que marcábamos el ritmo al ir solos. Las disfrutamos con muy poca gente al principio, pero en cuanto el día fue pasando empezaron a llegar más barcos. Aún así no resultó nada agobiante en ningún momento. Sin duda un sitio y una excursión totalmente recomendable.
4 horas después decidimos poner punto y final. El sitio era una pasada pero comparándolo con otros lugares en los que habíamos estado se quedaba un poco corto, así que preferimos volver y ponernos en camino. La idea inicial era habernos quedado a dormir una noche más allí, pero para estar en la playa tirados queríamos aprovechar el día e ir a ver más sitios. Les pagamos lo estipulado por una noche y sin muchos miramientos cogimos el coche dirección esta vez sí a lo más al sur de Luzón, Donsol.
Aunque el resto de la familia no lo sabía tenía un par de sorpresas preparadas para nuestra estancia en Donsol. Además coincidía con el cumpleaños de Usua, lo que haría que fueran más interesantes aún.
B.F.F.F.