Las Islas Karimunjawa, Indonesia (Java)

El Templo de Borobudur en Java, Indonesia
El Templo de Borobudur y la ruta hasta Jepara, Indonesia (Java)
27/01/2017
Gunung Bromo,Indonesia
Malang y el volcán Bromo, Indonesia (Java)
02/02/2017
El Templo de Borobudur en Java, Indonesia
El Templo de Borobudur y la ruta hasta Jepara, Indonesia (Java)
27/01/2017
Gunung Bromo,Indonesia
Malang y el volcán Bromo, Indonesia (Java)
02/02/2017
Mostrar todo

Las Islas Karimunjawa, Indonesia (Java)

El paraíso en la tierra. Es la única manera que tengo de describir estas islas. Apartadas de la civilización y con un «difícil» acceso, es lo que las permite mantenerse genuinas y lejos del turismo de masas. Después de las Islas Banyak, el segundo lugar que más nos ha impresionado en todos estos años que llevamos viajando. Playas y aguas de ensueño en un paraje espectacular.

A las 6:45 suena el despertador. Como el día anterior había sido bastante ajetreado, los enanos están completamente dormidos. Es imposible despertarles. Les dejamos durmiendo mientras Usu y yo bajamos a desayunar. Nos ponen un arroz con verduras que picaba lo inimaginable. Eso era desayunar con fuerza y lo demás tonterías. Volvemos a la habitación y la pareja seguía en un plácido y profundo sueño. Después de unas cuantas faenas, les conseguimos hacer despegar los ojos.

Al hacer el chech-out ya estaban los chicos preparados con nuestros billetes de ferry. 30.500 R. por adulto y 20.000 por Iker. Nos van a dar también las vueltas, pero les decimos que se las queden por las molestias. Además, la idea era ir andando hasta el puerto, pero uno de ellos se ofreció a llevarnos en su camioneta. Era una pick-up y sólo cabían tres personas delante, con lo que Iker y yo fuimos en la parte trasera. Juraría por la cara que tenía Iker, que fue lo que más ilusión le pudo hacer.

El ferry estaba un tanto destartalado. Era muy grande y tenía sitios suficientes para los pocos pasajeros que íbamos. Tanto en cabina como al descubierto. Como hacía muy buen día y el agua estaba calmada, decidimos ir en la parte de arriba para no marearnos mucho.

Noa estaba un poco cansada por haberle despertado pronto, y cogió una buena perreta. De esas en la que te sientes el centro de atención aunque estés dentro de un circuito de formula 1, con el coche de Senna pasando justo a tu lado. Hubo hasta mensajes desde casa preguntando a ver que le pasaba a Noa 😉 Pues bien, con su mala leche, cogió el chupete de la boca y lo lanzó por el aire, con tan mala suerte que fue a parar al medio del Mar de Java. Poco a poco vimos como se iba alejando de nuestro lado mecido por las suaves olas que azotaban el barco. El lado positivo fue que a partir de ese día dejó de usar el chupete para siempre, porque como no habíamos llevado más y en las islas no había supermercados, conseguimos que se acostumbrara a estar sin él.

 

Mientras Noa y Usua se echaban una siestecilla tumbadas en la cubierta del barco, Iker estuvo jugando con una niña de su edad casi todo el viaje. No se entendían, pero se lo pasaron de maravilla. Fuimos a dar una vuelta de reconocimiento y al llegar al puesto de mando el capitán nos dejó entrar y le dijo a Iker que cogiera el timón. Era antiguo y lo tenían como decoración, pero él estuvo encantado creyendo que llevaba el barco.

Salimos a las 9:00 y llegamos a las 15:30. Cuando íbamos a desembarcar de nuevo fuimos la sensación. Gracias a la perreta que había cogido Noa, fuimos conocidos por todos los pasajeros y en cuanto tuvieron oportunidad vinieron a sacarse fotos con nosotros. No exagero si nos hicimos más de 40 fotos.

Islas Karimunjawa

Esperando ser atacados por las hordas de cazaviajeros, en cuanto pusimos el pie en tierra nos vimos solos. No hubo ni una sola persona que nos viniera a ofrecer sus servicios en la isla. Esto ya era sinónimo de grandeza. Comenzamos a andar hacia el pueblo, y el primer alojamiento que vimos entramos a preguntar. Hotel Karimunjawa Inn. El dueño se había muerto el día anterior y lo tenían cerrado hasta el viernes siguiente. Nos indicó que había otro 200 metros más adelante y allí nos dirigimos. De todos los que íbamos en el barco, sólo estábamos de extranjeros un grupo de tres chicas y nosotros. Cuando vimos que venían detrás, empezamos a aligerar el paso para llegar antes al hotel. Se llamaba Escape Hotel y al preguntar por alojamiento, nos dicen que solo les quedaba una habitación y que además era suite. El precio 300.000 R. Como era asumible y viendo que íbamos a tener problemas sino, sin tan siquiera mirarla decidimos quedárnosla. Seguido aparecieron las chicas y al ir a recepción les dijeron que imposible, que no tenían sitio. Aunque creíamos que lo nuestro había sido una estratagema para sacarnos dinero por una habitación más cara, resultó que fue verdad. Estuvimos un rato hablando con ellas y deseándoles suerte se fueron en busca de donde dormir.

El hotel era una maravilla. Estaba al lado del mar, y aunque con la marea baja había muchos corales muertos y era complicado bañarse, el entorno era espectacular. Además la habitación era bastante grande, muy limpia, con aire acondicionado y un baño decente. Como había sitio de sobra, les pedimos otro colchón para poner en el suelo, 60.000 R., para así poder estar todos más cómodos.

 

Dejamos las cosas en la habitación y tras ponernos los pertinentes bañadores fuimos raudos y veloces a pegarnos el primer baño marino en tierras indonesias. Tras un rato en remojo y con bastante hambre, decidimos ir hasta el pueblo. Estaba a algo menos de 1 kilómetro andando. Era una pequeña caminata sencilla y muy entretenida por la cantidad de animales que había por el camino. El pueblo era muy pequeño. Tenían un campo de fútbol y el cole en el mismo centro. Se respiraba una tranquilidad absoluta.

Nos acercamos hasta un chiringuito que había regentado por una señora mayor muy maja. Nos sentó en una mesa y nos ofreció todo lo que tenía en las bandejas. Era un estilo self service. Nos pusimos ciegos de comida. Arroz, pollo, pescado seco, verduras, y otras cosas que cogimos para probar y que estaban igualmente deliciosas. Al ir a pagar, nos dijo que le teníamos que decir que era lo que habíamos cogido, algo que ya denotaba el carácter de esta gente. Iba apuntando en una calculadora los precios. Cuando terminé y ví que sólo marcaba 35.000 R. me dió vergüenza y le dije un par de cosas más para ver si así subía el importe. Pues aún así, con un par zumos y agua, la cuenta fueron 63.000 R.

Con el estómago a reventar, dimos un paseo y disfrutamos de un atardecer precioso. Aprovechamos a sacar dinero en el único cajero que había. 1.000.000 R. era lo máximo que permitía sacar. Y de vuelta al hotel nos cogimos unos refrescantes helados para el camino. En cuanto llegamos y los críos se tumbaron, casi al instante cayeron presa del sueño que tenían acumulado. Usu y yo aprovechamos a ir hasta la orilla y con un par de cervecitas que cogimos en el hotel disfrutamos de una preciosa noche de luna llena.

A la mañana siguiente, los enanos se levantaron un poco fastidiados de las tripas. Nos imaginamos que tanta especia nueva y sobre todo el picante, aunque intentamos pedir sin, no les acaba de sentar del todo bien. Dejaron parte de lo comido el día anterior en el baño, y después de tumbarse un poco parece que empezaron a reaccionar. Al ir a desayunar, dió la impresión de que ya se les había pasado, porque a Iker le faltó comerle el brazo al que nos servía y Noa se zampó la papilla entera.

 

Hoy tocaba día de excursión y buscar alguna playa chula. Como no habíamos cogido ningún medio de transporte, empezamos a andar hacia el lado contrario del pueblo. Atravesamos unos parajes preciosos llenos de vegetación. Después de media hora andando bajo un sol abrasador, llegamos a una bonita cala. La arena estaba un poca sucia de botellas y plásticos llevados por la marea, pero aún así era una pasada. Mientras nos bañábamos, aproveché a hacer un poco más de investigación y unos cuantos metros más adelante encontré la playa perfecta. La playa soñada por cualquiera. El paraíso en la tierra. Arena blanca, palmeras hasta la orilla con una vegetación exuberante y un agua cálida con diferentes tonalidades azuladas. Y lo mejor de todo era que estaba completamente vacía. Volví a toda leche a por la family y nos pasamos toda la mañana disfrutando de algo que ni en los mejores sueños habíamos imaginado.

Cuando las tripas empezaron a rugir y con pena de dejar el paraíso, comenzamos el retorno hacia el hotel. Fue un auténtico infierno, ya que hacía un calor insoportable y no corría nada de viento. Usu estaba un poco mareada y además los críos estaban cansados, con lo que parecía un sherpa en toda regla, Iker en los hombros y empujando la silla con Noa.

A la ida habíamos pasado por un hotel que tenía muy buena pinta, el Nirvana. Tenía una pequeña playa privada en la que había que pagar, pero si estabas alojado o comías no era necesario. Estaba prácticamente vacío y preguntamos a ver si era posible comer. Nos dijeron que estaban esperando a que llegara un cargamento de tierra firme, pero que si queríamos algo de pasta nos podían hacer. Eso era perfecto, así que degustamos unos riquísimos espaguetis en la terraza con unas vistas increíbles de la playa. Pagamos 120.000 R. incluídas un par de cervezas.

Bajamos a la playa a reposar la sabrosa comida. Mientras los críos estaban descansando a la sombra, Usu y yo aprovechamos para hacer un poco de snorkel. Alucinamos con la cantidad de peces de colores y corales que había. Después me metí con Iker y vimos un montón de «nemos» alrededor de su casa, una anémona enorme y preciosa. Cuando nos acercábamos el más grande venía a atacarnos para que nos fuéramos. Iker alucinó.

 

Casualidad, en el otro lado de la playa estaban las chicas del día anterior. Estuvimos un rato hablando y nos comentaron que habían cogido un barco para el día siguiente para recorrer las islas de alrededor. Como nosotros también teníamos pensado hacerlo, les dijimos a ver si podíamos ir con ellas. Les pareció perfecta la idea, porque así también compartíamos gastos.

Volvimos al hotel a pegarnos una ducha y de allí al pueblo a cenar, en donde encontraríamos un poco antes de llegar al centro, un magnífico restaurante, el Amore, que se convertiría en nuestro centro neurálgico a partir de ese día. La comida estaba deliciosa y hacían unos zumos naturales de quitarse el sombrero. Aprovechamos también para encargarles la comida para llevar a la excursión.

Tras una noche maravillosa de sueño y descanso nos levantamos a las 7:00. Puede parecer incongruente, pero el no tener persianas y amanecer sobre las 5:30, era todo un récord llegar hasta más tarde dormidos. Sin contar los 3 millones de gallos que debían habitar la isla.

El día tenía muy buena pinta. A las 8:00 estábamos en el puerto a la espera de embarcar para hacer la excursión. Íbamos a ir las tres chicas, otro chico francés que conocieron allí y nosotros cuatro. Nos pusieron un chaleco salvavidas a cada uno por el que nos cobraron 5.000 R. y que no utilizamos en todo el viaje. Aunque sólo por la imagen de los críos con ellos puestos ya mereció la pena. El barco era el típico de la zona, completamente hecho de madera, con un pequeño motor fuera borda y un toldo para protegernos del sol.

 

Empezamos nuestro recorrido en medio del mar, en una zona para hacer snorkel. Había muy buena visibilidad y un montón de corales, peces y estrellas de mar. De allí nos fuimos a una isla en medio de la nada, completamente desierta, que era la perfección. Rodeada por una arena finísima y un agua azul turquesa. En el medio crecían unas cuantas palmeras. Y para darle un toque todavía más exótico, había unos cuantos cocos flotando en el agua, con los que echamos un pequeño partido de Rugby. Ese era el sitio donde comeríamos y pasaríamos la mayor parte del tiempo. Cuando fuimos a por los tapper en los que estaban la comida, nos encontramos con unas cuantas miles de hormigas pululando por entre ella. Intentamos salvarla, pero el francés se quedó sin nada, ya que era la que más expuesta estaba y se habían metido hasta dentro. Nosotros tuvimos suerte y quitando unas pocas pudimos comer. De vez en cuando se notaba algún grumillo, pero eso eran buenas vitaminas…… 😉

De allí fuimos a otra zona de snorkel y a otra pequeña isla con una enorme lengua de arena que llegaba hasta dentro del mar. Para terminar la excursión, disfrutamos de una de las mejores puestas de sol de nuestra vida en la playa de Ujung Gelam. A las 19:00 regresábamos a puerto después de un increíble día. Al ir a pagar, de las 450.000 R. que costaba la excursión, a nosotros nos correspondían 140.000, pero como las chicas se habían encargado de todo y había salido fantásticamente bien, pusimos 200.000 R. y el resto ellos.

 

Cenamos en el Amore, de nuevo todo riquísimo y volvimos al hotel en donde caímos derrotados. Podría describir este día como uno de los más maravillosos de mi vida… (estando de vacaciones).

Con mucha pena llegaba nuestro último día completo en la isla. Empezando a acostumbrarnos a este tranquilo modo de vida, nos levantamos el día que más tarde desde nuestra llegada a Indonesia. Volvimos a desayunar al Amore, 2 tortillas, 2 sandwiches y tostadas con 4 zumos de naranja por 94.000 R. Como ya nos conocían los dueños, se sentaron con nosotros y estuvimos bastante rato charlando. Les contamos que era nuestro último día y se ofrecieron a comprarnos los billetes para el día siguiente a Semarang en el fast ferry, para que así nosotros pudiéramos disfrutar tranquilos del paraíso. Les dejé 450.000 R. y nos despedimos hasta la noche. Aunque no sea algo habitual en nosotros dar dinero por anticipado, esta gente inspiraba confianza y luego la demostraba.

Nos pegamos unos bañitos en la playa de nuestro hotel, comimos allí mismo y a la tarde fuimos a despedirnos de la que habíamos denominado como «nuestra» playa y a la que algún día volveríamos para montar un pequeño alojamiento y poder disfrutar de esa maravilla día tras día (hay que soñar la vida para que sea cierta). Esta vez la marea estaba baja y para poder bañarse había que andar un buen trozo. Cuando el sol se ponía detrás de las palmeras, tocó el momento de regresar y despedirnos. ¡¡¡Hasta siempre, no te olvidaremos!!!

 

La vuelta se hizo más llevadera esta vez, porque el sol ya no estaba y además Iker y Usu se pasaron haciendo el tonto todo el camino. Fuimos hasta el restaurante a cenar y a por los tickets. 390.000 R. por tres billetes. Iker pagaba igual que un adulto y Noa gratis. Nada más vernos el chico nos los llevó a la mesa y también las vueltas. Le dijimos que se las quedara, pero en ningún momento las aceptó. Cenamos 3 platos de pasta, 2 sandwiches, 2 huevos con patatas, 3 zumos de naranja y una cerveza, por 207.000 R. Disfrutamos de un banco que tenían al lado del mar, mientras los críos se tomaban un helado y con mucha pena dijimos también adiós al Amore.

B.F.F.F.

Viajes Ikertanoa
Viajes Ikertanoa
VIAJES IKERTANOA, para viajeros independientes. Asesoramiento e información para viajes independientes destinado a quien quiere conocer el mundo tal y como es. Asesoramiento integral en tus viajes para que viajes como te gustaría. Si quieres viajar diferente pero te surgen un montón de preguntas, no sabes por dónde empezar a configurar tu viaje, si no estás seguro de qué visitar o dónde dormir y comer, te asesoramos desde antes de empezar el viaje hasta tu regreso. Asesoramiento técnico, cultural y legal para viajes. También podemos organizarte el viaje al completo, desde el inicio hasta tu regreso.