Como siempre y para no perder las buenas costumbres, el día anterior a las 22:00 todavía no teníamos hechas las maletas, ni preparado nada de lo que íbamos a llevar. Habíamos quedado con unos amigos para tomar unas cervecitas y despedirnos, y la cosa se había alargado. Así que entre pitos y flautas nos dieron las 2:00 de la mañana organizando todo.
El plan de viaje en teoría comenzaba levantándonos a las 5:00 de la mañana para llegar hasta París. Son unos 920 kilómetros. Teniendo en cuenta que cada vez que vamos a Chiclana hacemos 1.050, esto iba a ser coser y cantar.
El problema llega cuando miramos el reloj y vemos que son las 9:00 de la mañana. Habíamos oído el despertador, pero pasamos olímpicamente de él. Y porque me había obligado a levantarme, que sino hasta las 12:00 durmiendo tranquilamente.
Despertamos a los enanos, desayunamos y bajamos todo al coche. Los marroquíes que pasan el estrecho para volver a sus casas llevan bastante menos cosas que nosotros. Acarreamos con tienda de campaña, mesa, sillas, ropa de invierno y verano porque no sabemos el tiempo que hará, mantas, almohadas, comida, ……. Después de viajar por Asia casi dos meses con sólo un par de mochilas, esto resulta estresante.
Por fin ponemos rumbo a París. Cogemos la autopista A8 hasta la frontera con Francia. Peajes: Donosti – 10,22 €, Irún – 2,35 €. De ahí tomamos dirección Burdeos. Cada dos por tres hay peajes de pequeños importes que lo único que hacen es formar retenciones. Peajes: Biriatou – 1,70 €, La Negresse – 2,40 €, Saint Geours de Maremne – 3,50 €, Saugnac et Muret – 3,60 €.
Miramos hacia el cielo y hace un sol maravilloso, son casi las 14:00 de la tarde y estamos todavía por Las Landas – sur de Francia. Llevamos sólo 350 kilómetros desde casa. Nos miramos Usu y yo, y sin decirnos nada, nos lo decimos todo. Ha llegado la hora de parar y disfrutar de este maravilloso día. Así que cogemos la desviación que hay hacia Sanguinet y buscamos un camping en el que poner nuestra primera baliza. El plan de viaje empieza cambiar 🙂
El camping que cogemos es «Les Grands Pins». Reúne todas las condiciones que nos han impuesto Iker y Noa antes de comenzar el viaje, ¡¡¡Que tenga piscina, por favor…!!!! Siempre que podamos vamos a intentar que eso sea requisito indispensable, ya que bastante coñazo es para unos críos las kilometradas en coche, como para que luego no tengan la oportunidad de poder resarcirse, saltando, brincando y disfrutando del agua.
Es un camping de 4 estrellas y está muy bien equipado. Las parcelas tienen muchas zonas de sombra y hierba mullida en el suelo para poder dormir «a gusto». Hay zona de juegos, alquiler de bicis, restaurante a precios módicos, una pequeña tienda…. Pero lo más chulo de todo es la zona de la piscina. Tiene una grande con un par de toboganes bastante altos. Luego hay otra cerrada y climatizada. Y más a la esquina hay como una zona de juegos de agua en la que los enanos se lo pasaron en grande. El precio 54 €.
Sacamos la tienda de campaña de su bolsa 3 años después de haberla usado por última vez, fue en el viaje que realizamos por Turquía. Rezamos un poco para que esté todo su contenido intacto, ya que se nos había pasado echarle una ojeada por si acaso. Pero somos afortunados y está todo lo necesario y en perfectas condiciones.
Pese a llevar tanto tiempo sin usarla, la ponemos en un pis pas, y los enanos más felices que unas perdices, no pierden ni un segundo, se ponen el bañador y directos al aquapark. Se lo pasan…., bueno, nos lo pasamos en grande. Disfrutamos casi más nosotros que ellos. Además el camping está prácticamente vacío y en la piscina estamos solos. Un par de horas más tarde empezaría a llegar la gente. Tampoco en exceso, pero estábamos mejor solos, jijijiji.
No nos habíamos dado cuenta que estábamos ya en Francia, y los horarios son bastante diferentes a los nuestros. Como ejemplo, eran las 21:30, mientras escribía esto y ya no se veía ni un alma por el camping. Y a las 18:30, ya había unos cuantos en el restaurante cenando.
Como Iker y Noa están reventados de tanto tobogán arriba y abajo, se quedan en la tienda leyendo y jugando un poco con su madre. Yo aprovecho y me voy a dar un paseo por los alrededores.
Enfrente del camping, hay unas cuantas playitas muy chulas, con un montón de embarcaciones de recreo, pedalos, tablas de windsurf, pequeños barcos de vela para poder alquilar y disfrutar de las tranquilas aguas del lago de Sanguinet. Además el sol se está poniendo y cae justo enfrente del camping, directo hacia el agua.
Disfruto de esta belleza y tranquilidad sentado en la arena mientras escribo el blog. También saco unas cuantas auto-fotos, ya que estoy más sólo que la una. De vez en cuando pasa algún que otro cicloturista por el bidegorri que rodea toda la zona. Otra actividad para realizar por aquí con muy buena pinta.
Al volver a la tienda, me encuentro a toda la familia en el mejor de sus sueños. No ha sido un día duro de paliza de coche, pero sí que todo el día en la piscina sin parar, les ha dejado baldados.
Se nos había olvidado lo duro que es esto de dormir en el suelo. Íbamos a traer también unas colchonetas, pero en cuanto empezamos a meter cosas en el coche, hubo que decidir entre ellas o alguno de los críos, y al final nos decantamos por lo segundo.
Nos levantamos tranquilamente y desayunamos como auténticos profesionales. Quién nos ha visto y quién nos ve. La primera vez que nos fuimos de camping, recorrimos la zona de Andalucía Usu y yo, y menos mal que llevábamos la tienda de campaña, porque lo que es de extras nada de nada. Hasta el extremo de que la almohada era el papel higiénico y el trivial, aderezado con un poco de toalla de la ducha para disimular. Eran otros tiempos, más jóvenes y «locos», 😉
Con lo de haber quitado el roaming internacional, se nos hace de lo más extraño el tener internet en el móvil a cualquier hora sin depender de estar en el hotel. Hecho una ojeada para buscar alojamiento en París, por los campings que hay alrededor y me sale que está todo ocupado. Me meto también a la página que hay para poder coger las entradas por internet para subir a ver la Torre Eiffel y no queda ninguna libre para llegar hasta lo más alto.
Se está celebrando la Eurocopa de fútbol y por si fuera poco con las fechas en las que estamos, esto hace que todo esté más lleno. Así que decidimos de mutuo acuerdo entre los cuatro, que lo mejor es pasar por París a la vuelta y así nos quitamos de encima toda la gente del fútbol.
Esta decisión, acarrea quedarnos otro día más en Las Landas para alargar la llegada a Hirtshals (Dinamarca), lo cuál no preocupa en demasía a los enanos, más bien todo lo contrario.
Aprovechando que está un poco nublado, nos vamos a ver el pueblo de Sanguinet que está a escasos 3 kilómetros. Como había comentado, la zona es perfecta para llevarse las bicis y hacerse una de Tito, Piraña, Desi y compañía. El pueblo en sí no es nada del otro mundo, pero tiene ese no se qué, de los pueblitos franceses, que le dan un encanto especial.
Vemos un super, y entramos a comprar la comida. Así, lo que llevamos nosotros lo guardamos para no encontremos ninguno o para la zona de Noruega que será todo más caro. Los precios son bastante similares a los nuestros, un poco más caros, pero tampoco exagerados. También llenamos el depósito a 1,139 €/l.
El día va mejorando. Empieza a quedar todo despejado y el sol casca de lo lindo. Con lo que la visita al pueblo de Sanguinet ha llegado a su fin. Vuelta al camping, nos hacemos la comida que habíamos cogido en el super y sin perder ni un sólo momento directos a la piscina.
Otra vez estamos completamente solos, así que disfrutamos a lo grande de la piscina. En cuanto empieza a llegar la gente y a ponerse un poco coñazo la zona de los toboganes, nos volvemos a nuestras hamacas, pero cuál es nuestra sorpresa cuando comprobamos que han desaparecido. Nos han dejado las toallas y las cosas en una esquina y se las han llevado. Empezamos a mirar alrededor y unos que estaban detrás nos señalan a los culpables. Voy a decirles los jetas que son, pero el tío «no compraba pan» y yo como mi «poliglotología» se limita al castellano y el inglés y el euskera en menor medida, le digo que yo tampoco «compro pan», pero que me devuelva las tumbonas de una vez. Cómo no, acabamos sentados en el suelo hasta que los de atrás se fueron y nos las cedieron 🙁
A las 19:30 cierran la piscina. Ya sabemos que los horarios de los pirineos para arriba dejan mucho que desear. Así que nos pegamos una duchita, hacemos la cena y jugamos un poco al lince (gracias Belén). Y seguido a dormir, porque mañana nos vamos a levantar a las 4:00 de la mañana para hacer una buena tirada, ya que sino el día 6 que tenemos el ferry que sale en el norte de Dinamarca me veo que estamos todavía por Francia.
Tengo que dejar el coche fuera del camping, porque hasta las 7:00 de la mañana no abren la barrera, pero no hay problema ya que hay un aparcamiento justo al lado.
B.F.F.F.