Medan y Bukit Lawang – Sumatra

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Medan y Bukit Lawang – Sumatra

Hoy viajamos a Medan y Bukit Lawang, en Sumatra Norte, una de las etapas de nuestro viaje a Indonesia. Vamos a visitar el Parque Nacional Gunung Leuser y hemos decidido que vamos a probar a hacer «Tubing» toda la familia. Así que comenzamos con el relato:

Nuestra entrada a Indonesia, esta vez, se produce por la ciudad de Medan, al noreste de Sumatra. Es una ciudad grande, de unos 2 millones de habitantes, pero para nosotros no tiene mucho que ver.

Llegamos de Malasia, del aeropuerto de Subang, cerca de Kuala Lumpur, con la aerolínea Firefly. No te dan nada de comer, pero hoy en día en casi todas las compañías pasa esto. Los billetes para los 4 nos salieron, 472 MYR y el vuelo tarda sobre 1 hora 15 minutos.

Nosotros en vez de cambiar dinero, solemos sacar del cajero, por 2 motivos,  el primero es que con el cambio siempre sales perdiendo, y el segundo y principal, que nos hemos hecho con una tarjeta, en la que no te cobran comisión en ningún cajero del mundo. Así que lo saquemos, será lo que gastemos sin nada de comisión. A la salida del aeropuerto hay unos cuantos cajeros, así que aprovechamos y sacamos 2 veces 2 millones de rupias. Parece una barbaridad, pero el cambio cuando estuvimos nosotros, andaba sobre 1 € = 14.000 Rupias.

Como es lógico, al salir, en esta parte del mundo, ya teníamos 125.347 personas dispuestas a llevarnos a nuestro destino, pero como no teníamos ninguna prisa, decidimos coger un autobús que te lleva hasta el centro. La compañía se llama Damri, y están saliendo de la terminal al fondo a la derecha. Cuesta 20.000 R. cada billete y se le paga al revisor dentro del bus. Salen cada 30 minutos. El trayecto dura una hora hasta un centro comercial llamado Carrefour. Que es fácil imaginar el motivo de su nombre. Como no tenemos muy claro si nuestro hotel está cerca, decidimos coger un tuk-tuk, que nos cobra 25.000 R. Aunque el tío dió más vueltas que un molinillo, el hotel estaba a escasos 10 minutos andando del centro comercial.

El hotel es el J Hotel Inn Medan, 250.000 R. habitación triple. Generalmente, solemos coger habitación triple, ya que cuadruple no suele ser lo normal que haya. Usu y yo dormimos en la cama grande, claro está, y los enanos en la otra uno arriba y otro abajo. Todavía son muy pequeños para dejarlos a ellos solos en otra habitación. El hotel es muy normalito, pero está limpio, la habitación es amplia, y hay tele. Los pobres llevaban ya muchos días sin saber lo que era eso. Tiene desayuno incluido y una piscina. La cuál, para poder disfrutarla, hay que ir a otro hotel de la misma cadena que está al lado.

Tras situarnos, decidimos ir a dar un paseo y comer algo. Nos acercamos hasta el centro comercial. Era enorme, la de dios de tiendas, sobre toodo de tecnología y móviles, muchos de comida, y muchísima gente por todos lados. Todo el mundo se nos queda mirando, y además no paran de saludarnos cada vez que pasamos a su lado, bueno, y no tan a su lado…..» Hey Mister!!!!!!» De los 3 días que estuvimos en Medan, no vimos ni un sólo occidental, así que puede ser que fuese la razón de tanto saludo. Entramos en un local, y para pedir la comida fue toda una odisea. Aquí prácticamente nadie habla ni una palabra de inglés, así que es más todo por señas que otra cosa. Eran unos chicos jóvenes y la verdad es que nos reímos un buen rato a cuenta de la situación. Menos mal que había fotos de los platos para pedir, porque sino….. Al final pedimos un Nasi Goreng para cada uno y 4 botellas de agua, todo por 115.000 R. El plato típico de aquí, es el Nasi o Mie Goreng, que son fideos o arroz, especiados, con verduras, y un huevo frito encima. Son una auténtica delicia. Si además les pides «Ayam», te ponen un cacho de pollo que les da más sabor todavía. Los críos, que aunque el gusto todavía no lo tienen muy desarrollado, se los metía entre pecho y espalda como si no hubiera un mañana.

Hacemos una incursión por el Carrefour, y vemos que hay frostis, y unos pasillos más adelante encontramos unos boles. Ya tenemos lo necesario para pegarnos una cenita rica como en casa. Cogemos una caja de leche y para la habitación.

La comida en el supermercado, aunque parezca mentira, sale más cara que comer en la calle. Un litro de leche, andaba sobre el euro y medio, y los frostis, algo más de tres euros.

Nos quedamos en la habitación a descansar, ya que al día siguiente, salimos dirección Bukit Lawang, y tiene pinta de que va a ser un trayecto un tanto duro. Hacemos una mochila pequeña y el resto lo dejamos en el hotel. Total tenemos que pasar de vuelta por Medan.

Bukit Lawang

Hoy vamos a Bukit Lawang, una de las pocas zonas del mundo en las que todavía es posible ver orangutanes en libertad. Nos levantamos temprano y vamos a desayunar. Desayuno buffet, con una gran variedad de comida, tanto oriental como occidental. Dejamos las mochilas en recepción y cogemos un tuk tuk hasta la parada de buses de Pinang Baris, 25.000 R. El sitio está un poco lejos del centro, y no es una estación de autobuses al uso, sino una calle muy larga, en la que a los lados hay un montón de furgonetas y autobuses, esperando a los incautos clientes.

Una vez allí, nos intentaron timar de todas las maneras posibles, para que cogiéramos unos autobuses privados, que eran unas tartanas y cobraban como si fuésemos en un jet privado. Nos llegaro a pedir hasta 500.000 R. por persona. Algunos tenían el detalle de dejarnos a los niños gratis. Finalmente, tras un buen rato de andar y preguntar, conseguimos encontrar unos minivan L300, que son estilo furgonetas de 9 plazas, que hacían el trayecto a Bukit Lawang por el precio que habíamos leído. Están en frente de una panadería llamada «Baker Mawar», casi al lado de un semáforo que hay en un cruce. Lógicamente hubo que volver a negociar, y por 20.000 R. por persona, conseguimos nuestro objetivo.

2 horas y media después, tras hacer una parada técnica para recoger más gente en Tanjungpura, sortear miles de baches, curvas de 180º en una carretera prácticamente sin asfaltar, llegamos a Bukit Lawang. Nos dejan en un solar donde están todos los buses. Hasta el mismo pueblo, hay como un kilómetro que hacemos andando.

Hay miles de personas, sin exagerar nada. Según nos dicen, debe ser un destino de ocio para la gente de la ciudad. Es una zona de selva, atravesada por un río, con un montón de sitios para comer. Además de ser domingo, nos coincide con el Idul Fitri, la festividad que tienen los musulmanes cuando termina el Ramadán. Atravesamos el pueblo para llegar hasta la entrada del P.N. Gunung Leuser. Consiste en una calle rodeada de puestos de souvenirs, restaurantes y alojamientos, que discurre a lo largo del río. Hay un montón de puentes para atravesar el río, que se mueven la de dios y sólo tienen unas maderas, la mitad de ellas rotas y unas cuerditas para agarrarte. Además hay que pagar para cruzarlos, pero a nosotros no nos piden dinero ni una sola vez.

Hay dos formas de poder ver los orangutanes. Una es contratando un guía y meterse por la selva. Hay excursiones de horas, hasta de varios días durmiendo en plena selva haciendo trekking. Otra es esperar a que los rangers les den de comer y verlos a unas horas determinadas. La mejor opción, sin ninguna duda es la primera, pero nosotros con dos niños pequeños, no nos queda más remedio que optar por la segunda.

Hasta hace un par de meses la entrada costaba 20.000 R., pero ahora la han subido a 150.000 R. y además los niños también pagan. Los guías y trabajadores, nos comentan que están indignados con el gobierno por esa subida tan bestial, ya que han notado mucho el descenso en el número de visitantes. Como siempre, tras mucho pero que mucho regatear, conseguimos que los niños no paguen. Para entrar al P.N., hay que atravesar el río, y aunque no es excesivamente caudaloso, con el berdín de las piedras y lo que cubre en el centro, optamos por cruzarlo en una balsa con ayuda de los rangers. Una vez dentro, pagamos y esperamos a que se junten todos los visitantes que van llegando poco a poco con la balsa.

Tras una caminata de unos 20 minutos por la selva, llegamos a uno de los puestos de observación. El ranger, con un palo, comienza a dar golpes para llamar la atención de los orangutanes, pero una hora después allí no aparece nadie. Nos dice, que el problema es que hay mucho ruido y que probablemente estén asustados. Como había dicho anteriormente, hay miles de personas al ser domingo y encima coincidir con la festividad del ramadán. Así que nuestro gozo en un pozo. Pero volviendo hacia el río, decido que esto no puede quedar así y me voy a hablar con el ranger, «hemos pagado un dineral para ver los orangutanes, y no hemos visto ninguno, además sólo ha sido una hora, …..» Él, lógicamente, nos dice que esto no es un zoo, con lo que es posible que se vean o no. Le sigo dando la chapa con los críos, que les hacía mucha ilusión verlos, que les da mucha pena marcharnos sin verlos, …… Entonces, se apiada un poco de nosotros y finalmente, nos ofrece dejarnos ir al día siguiente a la mañana temprano, en la que nos asegura que a esa hora los vemos seguro. Además nos dice que hablemos con él cuando lleguemos y que así no tenemos que volver a pagar la entrada. Bueno, el ser un poco pesado ha tenido su recompensa 😉

Ahora toca buscar alojamiento, pero está todo ocupado. Preguntamos en más de 10 sitios, algunos muy chulos y caros, pero con las fechas que eran, no había ni un sitio. Cuando ya casi lo dábamos por imposible y sin saber qué íbamos a hacer, hacia la mitad del río encontramos uno libre que tenía buena pinta. Ida Guesthouse, 200.000 R. Habitación sencilla pero grande, y con una terraza enorme desde la que se veía la zona del río y la selva que lo rodea. Comemos allí mismo, todo muy rico por unas 100.000 R. Vamos a la habitación, nos ponemos los trajes de baño y al río a pegarnos un chapuzón. El agua está fresca, pero después de un día tan largo y un tanto estresante, nos sienta de maravilla. Cómo no, somos la atracción del río y las familias vienen a bañarse donde nosotros y a sacarse fotos sin parar. Volvemos al hotel, cenamos y en un pis pas estamos sobados.

A la mañana siguiente nos levantamos a las 7:00. Desayunamos unas tortillas y unos zumos, 70.000 R., y nos encaminamos hacia la entrada del Parque Nacional, esperemos esta vez tener más suerte. La mañana es fresca, ya que al estar despejado y al lado del río, por la noche cae un poco de helada, pero en cuanto empieza a despuntar el sol el día va templando. Cruzamos el río y esperamos otra vez a juntarnos todos. Esta vez no somos más de 10 personas y todos quieren su respectiva foto con los famosos de Romo.

Volvemos a hacer el camino y según estamos llegando, oímos ruidos de árboles y ramas moviéndose, miramos hacia arriba y vemos un orangután saltando de árbol en árbol y acercándose hacia donde estamos nosotros. El ranger nos hace que nos pongamos a un lado y un minutos después baja otro, pero esta vez con una cría en brazos. Sacan de las mochilas plátanos y les dan de comer. Es una pasada lo que estamos viendo, parece un documental de la 2.


Mientras sacamos unas fotos, al orangután grande le llama la atención la mochila que tengo en la espalda, es parecida a la que llevan los rangers con la comida. Viene rápidamente uno de ellos y me dice que me la quite, y según estoy quitándomela alarga el brazo y la roza, casi me la coge. La escondo entre unas ramas y al no verla se queda más tranquilo. Pero no sabemos que pasa, que un par de minutos después la orangutana con la cría se pone como nerviosa y empieza a chillar y a mover con fuerza las ramas de los árboles. Uno de los rangers intenta alejarla de nosotros con el palo que tiene, pero le suelta la mano y le deja sangrando de la cara. Seguido se pone a correr y gritando en dirección donde estaba Usua con Noa en brazos, esta se da la vuelta para protegerla e intentar salir corriendo, pero se tropieza en un agujero y se cae al suelo, justo en ese instante la orangutana pasa por encima de ellas y se aleja hacia lo alto de los árboles. Los rangers nos hacen salir pitando de allí. Gracias a Dios todo ha quedado en un susto, una torcedura de tobillo Usua y unos arañazos en la cara el ranger. De vuelta al río nos explica que esta orangutana cuando está con la cría se vuelve muy agresiva y que hay que tener mucho cuidado. Cruzando con la balsa, uno de los chicos se levanta el pantalón y nos enseña la rodilla llena de cicatrices en la que se aprecia perfectamente dientes clavados. Nos cuenta que se lo hizo Mía, una de las orangutanas que suelen estar por allí y con la que también hay que tener mucho cuidado.

Para quitar el susto y tras la constante e incesante insistencia de Iker, decidimos hacer «tubing». Consiste en bajar por los rápidos del río metidos en unos neumáticos. Hay que subir un par de kilometros más desde la entrada al Parque Nacional. Lo hacemos con unos chicos jóvenes muy majos. Uno de ellos había estado en el momento crítico de los orangutanes y le cogió a Iker en brazos y le sacó de allí a toda leche, sin tener ni idea de lo que íbamos a hacer luego. En cuanto les vimos arriba les dijimos a ellos y agradecidos porque teníamos a más de 20 personas alrededor intentando negociar. Lo sacamos por 200.000 R. los cuatro, aunque al llegar abajo les dimos 50.000 más a cada uno por lo bien que se habían portado. Es una experiencia muy recomendable. Los rápidos no son espectaculares, pero tienen su aquel y además en medio del recorrido te puedes pegar unos buenos remojones. Nosotros nos divertimos de lo lindo sobre todo después del susto que nos habíamos llevado. Por cierto, la mochila, cámara de fotos, dinero y todo lo que se tenga que no se pueda mojar, te lo meten en unas bolsas de plástico dentro de unos cubos y llega todo perfectamente seco.

Ya en el pueblo nos cambiamos de ropa ya que estábamos empapados. Los críos y yo fácil, pero Usua se mete en una cabaña que estaba vacía y cuando está medio en pelotas aparece un tipo por una puerta que no habíamos visto. A toda leche poniéndose la ropa y salir pitando sin mirar para atrás, que allí son muy recatados.

Volvemos a la explanada de los buses para regresar a Medan, compramos unas patatas para hacer tiempo ya que eso estaba vacío. Al de un rato llega un bus público. Preguntamos, y nos dicen que sí, que va para Medan. Esta vez tardamos tres horas y nos parece que el camino ha empeorado de ayer a hoy. El precio es el mismo que a la ida. Esta vez cogemos un bemo naranja hasta el Carrefour, 10.000 R. Comemos donde el otro día. Todo espectacular por unas 130.000 R. y nos vamos al hotel a descansar. Cogemos las mochilas que estaban bien guardadas y nos dan otra habitación. Esta un poco más grande.

Como están todos muy cansados y prefieren quedarse tumbados, me voy yo solo a dar una vuelta. Poco o nada que contar. Aprovecho para hacer unas compras, leche, champú, crema de sol (que nos la habían quitado en uno de los controles del aeropuerto), unos helados y algo de picoteo. Vuelta al hotel. Cena, un poco de tele y a dormir.

B.F.F.F.

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