Vang Vieng, Laos

Las cuevas de Pak Ou en Luang Prabang, Laos.
Luang Prabang, Laos
26/10/2016
Pha That Luang en Vientián, Laos.
Vientián, Laos
28/10/2016
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Bajando hacia el sur de Laos, llegaremos a la ciudad de Vang Vieng. Un paisaje kárstico espectacular, atravesado por el río Song, con unos acantilados enormes de piedra caliza y un montón de cuevas en su interior. Aunque es un destino muy popular entre la juventud extranjera por sus fiestas con opiáceos y demás, nosotros estuvimos muy tranquilos y poco o nada vimos de lo que nos contaron.

El descansar y levantarse relajado, había tocado a su fin. Así que otra vez a las 6:00 de la mañana estábamos en pie para prepararnos e ir hasta la estación de autobuses. Cogimos un tuk-tuk por 10.000 Kips y como habíamos llegado con tiempo de sobra, aprovechamos para desayunar. Unos noodles!!! No había nada más, así que era eso o nada….

Cuando subimos al autobús, al ir a nuestros asientos, estaban ocupados. Nos lo habíamos tomado con calma porque como estaban numerados no queríamos estar dentro pasando calor. Los únicos que quedaban libres eran los de atrás del todo y nuestras piernas al intentar sentarnos nos dijeron que no era posible. O el cuerpo o las piernas, pero todo junto era inviable. Además era un viaje largo. Así que fuimos a nuestros asientos verdaderos y les dijimos a los que estaban que por favor se levantaran que estaban mal ubicados. Nos miraron con cara de…»anda vete a dar un paseo por ahí y déjame en paz», pero casualidad entraba el revisor y al ver que estábamos de pie, no pidió los billetes y les hizo levantar de nuestros asientos. La cosa es que esos no eran los únicos que estaban mal. Todo el autobús se había sentado donde le había venido en gana. Por lo que en un momento estaba todo el mundo de pie intercambiándose de sitio. Nos sentamos y no dijimos nada más en todo el viaje no fuese a ser que nos apearan en medio del camino. Vaya liada!!!, pero era por nuestra salud.

Por el camino se atraviesan unos paisajes espectaculares, con una densa vegetación. Hay muchas zonas de montaña con sus consiguiente curvas. Para recorrer menos de 200 kilómetros tardamos casi 7 horas. Aunque hubo un par de percances en el autobús «VIP» en el que íbamos montados. Que claro si ese era VIP, no nos queríamos ni imaginar el que careciera de esas siglas. Se le pinchó una rueda, teniendo que bajarnos todos en medio del monte, y se le recalentó el motor, pero esta vez cerca de un pueblo, por lo que aprovechamos para comer algo. También hace diversas paradas para coger a más gente. Aquí, nos podríamos preguntar, ¿¿¿pero el autobús no iba lleno???? Sí y no. Los asientos estaban ocupados, pero lleno no estaba. Así que como si fuese Tamariz, el revisor hizo aparecer unos taburetes y los ponía en medio del pasillo conforme iban subiendo más pasajeros. Hubo un momento en el que fue materialmente imposible meter a más gente y ya no paraba cuando la gente le hacía señas.

En una de esas paradas obligatorias, nos fijamos en dos pasajero especiales que viajaban con nosotros. Debían ser dos policías de paisano o agentes de seguridad privada, pero llevaban un par de fusiles que no daban ningún buen rollo. Hay un tramo que trascurre por la carretera 13 desde Kasi hasta Phou Khoun, en la que debe haber bandidos que suelen atacar armados a los pasajeros de esa ruta. Generalmente es de noche lo más peligroso. Así que nos imaginamos que sería para disuadir a los asaltantes. Nosotros en ningún momento vimos ni sentimos ningún tipo de peligro.

 

Vang Vieng

Sobre las 14:00, llegamos al pueblo de Vang Vieng. Un sitio espectacular, encajonado entre macizos calcáreos con una vegetación desbordante y un verde intenso. Este pueblo debe ser muy turístico, pero no sabemos si era por la época del año en la que estábamos, lo vimos bastante tranquilo y sin el desfase que la gente comentaba y se leía en muchas guías.

Nada más bajarnos, ya teníamos a unas cuantas personas ofreciéndonos su alojamiento. Como la parada estaba un poco lejos del centro, aceptamos a uno que nos llevaba hasta su hotel gratis para ver si nos gustaba. En cuanto pisamos el primer escalón salimos escopetados. Menudo cuchitril. Nos disculpamos por no aceptarlo, pero es que en ese sitio era imposible dormir y eso que de exquisitos poco o más bien nada.

Como ya estábamos en el centro y era temprano, recorrimos unas cuantas más y al final nos decantamos por un Guest House al lado del río con unas vistas impresionantes de las montañas por 150.000 Kips, Orchid Vang Vieng. Le conseguí regatear 20.000 Kips que no era mucho, pero así teníamos para un par de cervezas gratis. Dejamos todo en la habitación y salimos a dar un paseo por el pueblo y a comer algo.

Se notaba mucho que era temporada baja, porque había muy poca gente y estaban casi todos los sitios vacíos. Si uno mira en internet fotos de Vang Vieng y su tan conocido tubing, le darían ganas de no pisar este sitio, pero es una pena porque el entorno merece mucho la pena. Nosotros nos arriesgamos porque confiamos que en esa época del año no habría mucha gente y dimos en el clavo. Los restaurantes y bares son todos muy hippies. Con cojines para estar tumbados y mesas bajas, todo con muchos colorines. Para tomar una cerveza estaba bien, pero para comer era incómodo de narices, sobre todo para gente de 1,90 con menos flexibilidad que un playmobil. En todos y cada uno de los bares y restaurantes en los que estuvimos, estaban poniendo la serie Friends, todo un clásico, pero un poco más de variedad no vendría mal. También poseían el conocido en este lugar como Happy Menu, que incluían diferentes ingredientes para hacerle a uno «muuuuyyyy feliz» el resto del día.

A las afueras del pueblo, hay unas cuantas cuevas chulas que visitar en excursiones de día, que se pueden hacer por cuenta propia. Y esa era la idea que teníamos de hacer cuando empezamos nuestra caminata hacia las montañas. Pero no había pasado ni media hora andando cuando el cielo empezó a tornarse de un gris oscuro tirando a negro. E inevitablemente, pasó lo que tenía que pasar. El gran diluvio cayó sobre nosotros. Fueron un par de horas metidos en la entrada de una casa, que muy amablemente nos permitieron usar unos lugareños. Pasada la chaparrada quedó otra vez una tarde radiante, pero como no faltaba mucho para que anocheciera, no quisimos arriesgarnos a que se nos hiciera de noche por las montañas y decidimos volver al pueblo.

 

Nos fuimos en busca de una excursión que queríamos contratar para el día siguiente. Era bajar en kayak por lo rápidos del río Ngum hasta Vientian, la capital de Laos. En principio la excursión constaba de dos días, pero encontramos una agencia que lo hacía más directo y sólo se tardaba un día, con lo que el otro lo dejaríamos en la reserva para otro sitio. La excursión con comida incluida, nos salió 22$ por persona. Nos pasarían a recoger sobre las 9:30 por el Guest House.

Con todo atado y viendo que el día siguiente iba a ser intenso, nos fuimos a cenar unos ricos platos de comida laosiana con unos zumos riquísimos por 100.000 Kips los dos. Al lado había un bar con un billar y no pudimos evitar la tentación de echar otra partidita antes de irnos a dormir. Además tenía un ipod con un montón de música y podíamos poner la que nos diese la gana ya que estábamos solos. Con otra victoria bajo el brazo y con un masaje pendiente nos fuimos a la habitación.

 

Cuando llegamos teníamos una sorpresa que no habíamos visto de día. Al encender la luz, creímos que nos habíamos confundido y que en lugar de nuestra habitación era un zoo en miniatura. Pero al ver nuestras mochilas en una esquina, supimos que no estábamos equivocados. En el baño, había una procesión de hormigas que se reirían de cualquier hermandad de Sevilla en plena Semana Santa. El techo era un mural viviente de arañas patas largas a la espera de su sabrosa presa. Y no conforme con eso, cuando nos estábamos desnudando, apareció un cucarachón cuál Juanito Oiarzabal escalando por la pared de al lado de la cama. Visto el panorama, decidimos dormir con la cabeza en los pies, por si alguno roncaba y abría de más la boca no le fuese a ir con premio. Y también dejamos la luz encendida porque en teoría así las cucas no saldrían de su escondrijo. Vamos que eso parecía un cuadro de lo más surrealista.

 

B.F.F.F.

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