Viaje a Egipto – Abril 2018 – Día de Museos en El Cairo

Viaje a Egipto – Abril 2018 – Llegada a El Cairo
13/04/2018
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15/04/2018
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Viaje a Egipto – Abril 2018 – Día de Museos en El Cairo

Esta primera parte del viaje a Egipto, tienen menos de visitas arqueológicas y más de papeleos, reuniones, cuestiones técnicas, gestión de permisos y prospecciones para probar nuevos sitios donde dormir, comer, tomar algo, salir etc, pero somos incorregibles y hoy ha tocado día de museos en El Cairo; uno que todavía no conocíamos y, cómo no, y aunque volvemos en unos días, el Museo Egipcio para verlo desde el objetivo de la cámara de fotos.

Iba a escribir que después de desayunar salimos ya para hacer unas visitas, pero os estaría engañando vilmente, pues yo no desayuno nunca; lo dejo para mañana, ya que tenemos una reunión en la que nos invitan a desayunar y viene bien, porque así os puedo contar qué tal es el desayuno del Hotel Steigenberger El Tahrir.

Con todos los museos que hay y que me he recorrido cientos de veces en El Cairo y, sin embargo, todavía no conocía el National Museum of Egyptian Civilization (Museo Nacional de la Civilización Egipcia); la última vez que estuve en Fustat fue para ver la zona arqueológica en donde todavía son visibles los restos que un día pertenecieron a la antigua capital de Egipto y, todavía, sólo estaba proyectado el museo. Así que, después de hacer unas gestiones, para allí nos fuimos.

Aunque muchos sigan sin creernos, cada vez compensa menos coger los destartalados taxis blancos que andan por El Cairo. Hace años era la única opción que existía. Sobre 2010 (no me acuerdo exactamente del año) comenzaron a funcionar los taxis amarillos; no tenían el encanto del regateo, tenían taxímetro, aire acondicionado y hasta cinturones seguridad, además de poder abrirse puertas y ventanas…casi se echaba de menos el tuneado y los agujeros del suelo de los antiguos taxis. Eran un poco caros, pero tenías seguridad en cuanto a lo que ibas a pagar; mirabas el taxímetro y santas pascuas; no había que discutir otra vez una vez llegad al sitio porque el taxista quería más dinero que el acordado. Para distancias no muy largas, merecía la pena. Luego llegaron los taxis sólo para mujeres (aunque no he cogido uno en mi vida), los Uber, los Careem, etc. Y qué queréis que os diga; merece con creces la pena, e incluso sale más barato; no para los egipcios, pero sí para nosotros los viajeros que, excepto en distancias cortas, y si conoces los precios reales, nunca vas a conseguir el precio egipcio por mucho que regatees. Y este es un ejemplo: Uber desde Midan Tahrir hasta el Sequoia en el extremo de Zamalek, unos 25 minutos por el tráfico y calles cortadas que había que sortear, 25 LE; taxi cascajo para tres calles pequeñas, en un trayecto de menos de 10 minutos entre Dokki y Mohandessin, 15 LE (con 10 LE empezó a quejarse y quería, como mínimo, 5 LE más).

Pues cogemos un taxi y nos vamos para Fustat. Después de unos 20 minutos atravesando la ciudad, en un recorrido que merece la pena hacer sólo por ver algunas escenas pintorescas todavía muy habituales en la vida cotidiana de Egipto, llegamos al monumental vergel de piedra que es el museo. Impresionante. Es enorme. Eso sí, ni una sombra, lo que se agradecería a más de 30 grados que estábamos. El museo está rodeado por el Lago Ayn As Sirah (Lago Fustat para la mayoría de los egipcios), el Fustat Park, el espacio que ocupan los edificios del Departamento de Policía de Msir el Qadima y la National Archives in New Fustat. A la la derecha queda el escarpado sobre el que se localiza el Moqattam y al fondo hacia el norte podemos ver la ciudadela de Salah ed Din (el Saladino de toda la vida).

El museo se encuentra al fondo de una imponente plaza con unas escaleras en el centro que llevan hasta la entrada de aquél. La plaza se extiende hacia el ala derecha, en el que se conectan dos rampas, hoy zona en obras. Por la izquierda la plaza se corta en unas escaleras que llevan hasta los restos arqueológicos de un taller de tintado de textiles en vías de restauración.

De los más de 87.000 m2 construidos, el National Museum of Egyptian Civilization ocupa un total de 13.170 m2 divididos, además de la recepción, centro de información y lounge, en laboratorios, almacenes, un centro educativo, biblioteca, sala de conferencias, teatro, cine, tiendas y un parking. Ahora mismo el proyecto continúa ejecutándose desde que abrió en 2014, y del espacio destinado a exposición sólo es visitable una sala y su piso superior abierto y con barandilla a esa sala.

Los objetos que componen la exposición de la sala hacen un recorrido por toda la historia de la civilización egipcia, aunque predominan los de época predinástica a faraónica. En al parte superior podemos disfrutar de las piezas que constituirían un museo etnográfico, con interesantes muestras de la vida en los oasis y con especial dedicación a la joyería, desde época faraónica; esta última tiene una buena representación con objetos procedentes del «tesoro de El Lahun». Varios de los objetos expuestos han sido trasladados desde el Museo Egipcio de El Cairo. Personalmente, lo que más me ha gustado ha sido la parte dedicada a la producción textil en el antiguo Egipto, en donde podemos ver algunas de las piezas que se utilizaban para componen o sujetar los bastidores de los telares horizontales y verticales de pared (además, ha sido genial poder hacer buenas fotos de unos detalles de una de las maquetas de madera de la tumba de Meketra que necesitaba para una próxima comunicación mía en un Congreso al que asistiré esta año). Los ejemplos del trabajo de la madera de época islámica también merecen la pena. El conjunto queda rematado por una reproducción de un carro del Reino Nuevo egipcio, algunos elementos digitales que amplían la explicación de las cartelas, como en el caso de la silla de Hetepheres (que no me explico muy bien a cuenta de qué la han sacado, quedando descontextualizada, de la colección completa de los objetos de esta tumba que están en el Museo Egipcio) y una gran pantalla en donde se reproduce un documental con imágenes de la producción de cerámica, textiles y otras industrias manufactureras del Egipto actual.

Una vez terminada la visita en el Museo, nos vamos hacia la zona donde habíamos visto lo que parecían restos arqueológicos conservados entre la plaza y el edificio, y un arqueólogo egipcio que nos vio, se acercó a nosotros y nos explicó que eran los restos del taller de tintado de textiles que comentábamos antes. Nos invitó a café y ya nos volvimos para el downtown.

¿Merece la pena venir hasta Fustat para ver el Museo Nacional de la Civilización Egipcia?. Pues depende. Si es vuestra primera vez en El Cairo, no conocéis nada de él en persona y no tenéis más que los tres o cuatro días de que se suele disponer en un viaje típico, pues no, no merece la pena porque hay muchísimas cosas más por conocer y este museo se queda todavía muy corto. Si habéis estado ya varias veces en El Cairo, conocéis y habéis estado varias veces en los sitios, si tenéis tiempo de sobra y no habéis estado nunca en esta parte de la ciudad, pues sí, os recomendamos venir, ver el museo, acercaros hasta el yacimiento arqueológico y después hacer la ruta de las mezquitas hasta llegar a la casa de Zeinab Khatoun, subir a lo más alto de ella y admirar la Ciudad de los Mil Minaretes.

Ya en el centro de la ciudad, nos acercamos hasta la calle Talaat Harb a la magnífica pastelería El Abd Pastry, donde compramos unos cuantos pastelillos y algunas cosas saladas para comer en una cafetería cerca de la Plaza Tahrir. La siguiente parada: el Museo Egipcio de El Cairo y la decisión de ir a este museo, a pesar de que en unos días volveré a estar unas cuantas horas en él, no es que no lo conociese, sino más bien todo lo contrario; en este museo he llegado a estar dos días enteros en uno solo de mis viajes, además de haber estado trabajando aquí con sus bases de datos y aun con todo, no llegas a ver todo lo que hay si quieres hacerlo con detalle.

En esta ocasión, mi intención era hacer fotos sin ninguna otra pretensión más que que quedasen lo más artísticas posibles, sólo pensando en que fuesen bonitas, nada más. Bueno, algo más sí, hacer fotos del instrumental pesquero que nunca he podido llegar a hacer bien…y hoy tampoco, porque resulta que me entretuve tanto, no sólo haciendo fotos sino volviendo a ver algunos de los objetos, que para cuando me quedaba sólo una sala para llegar a la pesca van y no nos dejan continuar porque ya había llegado la hora de cerrar.

El Museo Egipcio ya no es lo que era en cuanto a la colección albergada y expuesta. Muchos objetos han sido trasladados a otros museos de Egipto y ahora, muchos de ellos, forman parte de la colección del futuro Grand Egyptian Museum que, se supone, por fin y definitivamente será inaugurado de forma parcial y abrirá sus puertas al público en este año 2018. De la colección de Tutankhamon, apenas queda algunas muestras y, en general, se ve el museo con más espacios libres (claro que, el que vaya por primera vez, me dirá que a ver qué es lo que entiendo yo por «espacios vacíos»…pero es que hay que haber visto este museo antes de que comenzasen las modernizaciones en las formas de exhibición y los traslados de piezas).

En el Museo había muy pocos visitantes, pero por pocos que haya siempre te encuentras algún cafre, como un niño pasando un coche de juguete por todas las estelas que pillaba y el padre sin inmutarse. En el exterior, estaban preparando la presentación de un evento de ciencias.

Nos sentamos un buen rato en el pretil de enfrente del museo, hacemos unas llamadas y decidimos que es hora de que nos demos un homenaje, otra vez, con buena comida; ahora toca comida local. Me invitan a cenar en el Restaurante Sobhy Kaber, en el barrio de Shoubra. Llegamos atravesando varios puestos de pescado con muy buena pinta y olor, aunque son todos de piscifactoría, y a los que me permite hacer foto el pescatero, muy majo, de uno de los puestos ya una vez terminado de cenar. El restaurante tiene una carne excelente; sólo hay que probar la grasa de la ternera del tajin para darse cuenta de que más fresca no puede estar. El sitio es una locura, incluso teniendo reserva; sin reserva, como mínimo, hay que esperar entre 20 minutos y media hora para que te den mesa. Llegas, pides mesa, te dan un papel con tu número escrito, esperas en la calle y uno de los chicos va llamando por número. Muy agradables todos los camareros y personal, el sitio muy limpio, pero allí se va a comer, nada de cháchara y sobremesa; cuando terminas, a la calle; no es que te echen, pero es que hay 500.000 personas esperando y sabes que te tienes que ir. La gente que va a comer allí son 95% egipcios, algunos de otros países árabes y muy de vez en cuando algún pequeño grupo de turistas. Mucho ruido y todo va muy rápido, pero tanto la comida, como el precio, son muy buenos. El barrio, si pasas más allá del restaurante, pues digamos que no es el mejor del mundo para andar de paseo, pero por ir a comer hasta allí no hay ningún problema.

Acabamos, hago las fotos a los pescaitos, damos una vuelta para ver el ambiente y nos cogemos un taxi de vuelta al Tahrir. Nos tomamos un turkish coffee y una sisha para hombres (o sea, de tabaco de verdad egipcio, no de sabores jijiji) y con eso y un bizcocho, hasta mañana…a las 10, que toca día de relax sin hacer nada más que estar en estado contemplativo de esta gran ciudad.

Algunas de nuestras fotos del National Museum of Egyptian Civilization

Algunas de nuestras fotos del Cairo Egyptian Museum

Fotos de los puestos de pescado en Shoubra

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