Viaje por Turquía

Cuevas en la isla Elefanta en Bombay, India.
Bombay, India
30/11/2016
Con la cabeza tapada en la mezquita de Suleymaniye en Estambul, Turquía.
Estambul, Turquía
07/12/2016
Cuevas en la isla Elefanta en Bombay, India.
Bombay, India
30/11/2016
Con la cabeza tapada en la mezquita de Suleymaniye en Estambul, Turquía.
Estambul, Turquía
07/12/2016

El viaje de verano del 2014 lo dedicamos a Turquía. Estambul era una ciudad que siempre nos había llamado la atención y cuando se ve en las agencias de viajes que lo complementaban con la Capadocia y Pamukkale en una semana, nos parecía una exageración. Así que teníamos la excusa perfecta para poder recorrer los sitios más emblemáticos de Turquía por nuestra cuenta y así poder hablar con conocimiento de causa si un viaje de esos en una semana era muy comprimido o no.

Esta vez y para no variar, habíamos cogido los billetes de avión sin tener ni idea de lo que podríamos encontrarnos en Turquía, ya que salvo los comentados sitios más turísticos como Estambul, la Capadocia y Pamukkale, nuestro conocimiento sobre ese país era bastante escaso. Lo que también teníamos muy claro era que el viaje se orientaría desde el medio del país hacia el oeste, ya que hace frontera por el este con los países más calientes de estos momentos, Siria e Irak.

Plan de Viaje

El vuelo que habíamos cogido esta vez, hacía la ruta Barcelona – Estambul. Era con Pegasus airlines, una aerolínea de bajo coste de la que nunca habíamos oído hablar, pero que por sus precios en los billetes, íbamos a conocer de primera mano. Como no queríamos ceñirnos al típico viaje que se hace cuando se va a Turquía, decidimos que lo mejor y lo que más libertad nos iba a dar, era alquilar un coche. Así que me puse a buscar y por 405 €, con la empresa Medusa Car, nos dieron un Fiat Línea bastante aceptable durante dos semanas.

La ruta iba a ser: desde Estambul hasta Goreme, donde se sitúa la Capadocia, conocida por sus «chimeneas de hada» y unas formaciones geológicas únicas en el mundo. Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1985. Cerca de Goreme, iríamos hasta la ciudad subterránea de Kaymakli. Unas cuevas creadas por el hombre en el subsuelo de más de 2,5 Km cuadrados, para resguardecerse de las invasiones de la época. Impresiona meterse dentro.

De allí cogeríamos de nuevo el coche tras unos días relajados para atravesar el Bozdag Mili Park, una zona desértica con unos paisajes impresionantes y puerta de entrada al pueblo de Sille. Rodearíamos el precioso lago Beysehir a través de enormes montañas para poder descansar en el pueblo de Egirdir a orillas de un lago del mismo nombre, para posteriormente acceder a otra de las maravillas de Turquía, las famosas terrazas de calcita de Pamukkale.

 

Después de tanto interior y con ganas de playa, nos dirigiríamos hacia Patara, en la costa sur. Allí podríamos disfrutar de la playa más larga de Turquía y de unas preciosas ruinas lícias cerca del mar. En los alrededores, se encuentra la increíble Garganta de Saklikent, que se adentra 18 kilómetros a través de una grieta en las montañas. Iker y yo hicimos una de las rutas más bonitas de las que tengo recuerdo, aunque no llegamos a terminarla por unos sucesos que ya se revelarán más adelante.

Continuaríamos por la costa, atravesando el Valle de la Mariposa y Faralya, en donde pasaremos por una carretera pegada a un acantilado de piedras sueltas, poco más ancha que nuestro coche y sin quitamiedos por el lado del barranco, parecidas a las que se ven por Nepal, pero en este caso con unas vistas preciosas al Mar Egeo. Acojonaícos que lo pasamos…. En Oludeniz, un pueblo precioso con una playa fantástica, nos detendremos lo justo, ya que el turismo de masas empieza a manifestarse por esta zona, hasta el extremo de estar los carteles en inglés y los precios en libras esterlinas.

Pasaremos por Dalyan, un tranquilo pueblo, al lado de un río con unas preciosas tumbas lícias excavadas en medio de la roca en una montaña. Seguiremos por las espectaculares penínsulas de Datca y Bozburum y hacia el norte llegaremos a Kusadasi, una ciudad muy turística, pero con las calas y los preciosos paisajes del Parque Nacional Dilek al sur, y la maravillosa ciudad clásica grecorromana de Éfeso al norte, considerada una de las mejores conservadas de toda Europa.

 

Para finalizar este precioso viaje, volveríamos a Estambul, atravesando ese infernal tráfico con nosotros dentro de uno de esos coches, en donde veríamos lo que nos quedaba y aprovecharíamos para hacer las últimas compras antes de la vuelta a casa.

Datos prácticos

Respecto a los visados, para entrar en Turquía es obligatorio estar en posesión de uno. Cuesta 20 $ y se puede sacar por internet a través de la página: https://www.evisa.gov.tr/es/ Una vez se rellenan los datos de los viajeros y se paga el importe correspondiente, nos llega un mensaje con los visados para imprimirlos. El visado tiene una validez de 180 días desde que se emite, pero sólo nos permite pasar un máximo de 90 días dentro del país. No es obligatorio llevar pasaporte, con el dni es más que suficiente. Eso sí, tienen que tener una validez mínima de 6 meses los dos.

Para desplazarse por el interior, las carreteras son muy buenas. Nosotros alquilamos un coche y no tuvimos ningún problema. Al contrario, fue todo como la seda. Hacía muchos años que no teníamos un viaje tan tranquilo. Salvo en Estambul que es un auténtico caos, pero del que aún así conseguimos salir ilesos, el resto del país está casi desierto. Hasta el extremo de que cuando atravesamos la capital, Ankara, la carretera de circunvalación estaba vacía, si nos cruzamos con 20 coches estoy hasta exagerando. No sabemos si sería porque nos coincidió con el Ramadán, pero nos pareció algo muy extraño. También la compañía Pegasus airlines tiene unos precios escandalosamente baratos si se cogen con antelación. Esto nos viene bien si sólo queremos ver las cosas más típicas del país, ya que están una en cada punta. Por ejemplo desde Estambul hasta Kayseri en la Capadocia, hay vuelos desde 10€.

En cuanto a la seguridad no tuvimos ningún tipo de problema. Precisamente alucinamos con la hospitalidad de los turcos. Los creíamos un poco más huraños, pero se mostraron cercanos y nos intentaron ayudar en todo momento. En Estambul, se veían un montón de niños y familias por la calle. Una chica con la que coincidimos en el aeropuerto que era turca y trabajaba para Naciones Unidas, nos explicó que eran familias Sirias que estaban abandonando su país. Cuando estuvimos nosotros, el conflicto estaba empezando, ahora no sabemos como podrá estar. Y gracias a Dios los energúmenos del Daesh, no habían llegado a atentar en el país. También es cierto que a la zona del este ni nos acercamos debido a su proximidad con dos fronteras muy problemáticas como la de Siria e Irak. Aunque debe de haber unos sitios preciosos para visitar.

Respecto al alojamiento, los hay de todo tipo y condición. Aunque en Estambul es un poco complicado encontrar algo decente por menos de 50 € que esté más o menos céntrico, en el resto del país por 30 €, se pueden encontrar alojamientos muy confortables. Nosotros habíamos leído que había campings que también estaban muy bien, así que llevamos la tienda, y en zonas como la Capadoccia y Pamukkale, disfrutamos de unos sitios preciosos en contacto con la naturaleza y por unos 20 € la noche.

 

Y en cuanto a la comida, es un auténtico deleite para los sentidos. Los aromas que desprenden, los sabores tan intensos, ……, es difícil que a alguien no le guste la comida turca. Las pizzas y los Kebabs, no tienen nada que ver a los que comemos aquí, los de allí están mucho más ricos. Las ensaladas están espectaculares, y luego tienen algunos tipos de quesos deliciosos. En general para nosotros y con los críos, comimos de maravilla y a muy buenos precios.

Por último, en la sanidad, es un país bastante avanzado y tiene muy buenos hospitales. Aunque como siempre es muy aconsejable ir con un seguro privado que cubra cualquier tipo de percance, ya que a la hora de pagar cualquier prueba médica siempre sale por un ojo de la cara. No se requiere ninguna vacuna especial.

En resumen, disfrutaremos de un país precioso, con unas gentes que nos harán el viaje más cómodo de lo que creíamos y en el que veremos unos paisajes únicos en el mundo que quedarán grabados de por vida en nuestras mentes. Aunque en la de los enanos probablemente no….. 🙁

 

B.F.F.F.

Viajes Ikertanoa
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