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Dakar y la Isla de Gorée, Senegal

Pondremos punto y final a este enriquecedor viaje en la capital del país, Dakar, y en la cercana Isla de Gorée, testigo de uno de los mayores mercados de esclavos que hubo en África desde el siglo XV hasta el XIX.

A las 8:00 de la mañana y después de otra maravillosa noche de descanso, estábamos en la gare de Kédougou para coger un sept place que nos acercara hasta Tambacounda. Esta vez no habíamos tenido suerte, éramos los quintos y sextos para viajar, lo que suponía ir en la parte de atrás. Esperamos unos 20 minutos a que llegara el séptimo pasajero para ponernos en marcha, pero como por allí no aparecía nadie con ganas de sauna y roce, decidimos comprar nosotros el sitio que quedaba y así poder hacer el viaje un poco más holgados. Fuero 18.000 CFA por los tres asientos.

Al igual que en la ida, la vuelta no deja de sorprendernos con esos paisajes. A las 12:40 llegamos a la estación de Tambacounda. Habíamos tardado más de 4 horas en hacer 230 Kilómetros y con la carretera en bastante buen estado. El conductor no tenía ninguna prisa, y había hecho paradas para comprar tabaco, para ir al baño, para beber agua, ……, hasta estuvo más de 15 minutos parado hablando con alguien que conocía, pero como allí nadie decía nada…..

Seguido de bajarnos del coche aparecieron dos tipos preguntándonos por nuestro destino, y nos acercaron hasta la zona de donde salían los coches para Dakar. Esta vez no estábamos teniendo suerte. En esta ocasión ocupábamos los puestos 6 y 7, con lo que íbamos a tener que compartir codos, piernas y calores con alguien más. Nos cobraron 1.000 CFA por cada mochila, algo que no nos había sucedido en todo el viaje, pero como sí que habíamos oído hablar que a veces lo hacían, no dijimos nada. Los billetes 19.000 CFA por los dos.

Con la suerte de nuestro lado, ahora habíamos topado con el conductor de «Paseando a Miss Daisy». Un hombre tranquilo que seguramente viviría muchos años. Fueron 9 horas interminables de viaje, para hacer menos de 500 kilómetros, a más de 40 grados y sin poder movernos ni 10 milímetros.

Eran las 22:30 de la noche y como al día siguiente a última hora cogíamos el vuelo de vuelta a Madrid, decidimos quedarnos en un hotel cerca del aeropuerto. El taxista nos llevó hasta el Hotel Cap Ouest. Las habitaciones eran bastante grandes, con aire acondicionado, estaba limpio y tenía baño dentro. Así que decidimos quedarnos. Además estaba al lado del mar y había una terraza con unas vistas preciosas al atlántico. 31.200 CFA la noche.

 

Bajamos a cenar a las mesitas que había en la terraza mirando al mar, y nos sacaron los restos que les habían quedado del día, ya que la cocina estaba cerrada. No es que fuese ninguna maravilla, pero después del día que habíamos tenido y sin casi probar bocado nos supo más o menos decente.

Completamente agotados, nos fuimos a la cama y no duramos ni un minuto despiertos.

Dakar

Después de una noche de sueño inmaculado, nos levantamos para disfrutar de nuestro último día en este maravilloso país. El desayuno estaba incluido y para no defraudar, era una maravillosa mezcla de croissants, baguettes, mantequilla, mermelada, zumo y algo de embutido. Otra vez una auténtica delicia.

Como sólo teníamos hasta las 19:00 que era la hora en que abrían la facturación y así asegurarnos el cambio de billete, y además nos hemos levantado bastante tarde, decidimos coger un taxi para que nos hiciera un tour por la ciudad. Hotel – Tour por la ciudad – Ferry a la isla de Goree – Hotel – Aeropuerto, todo por 30.000 CFA.

Recorrimos la preciosa costa, desde N´Gor hasta la zona de Les Mamelles. Allí, en lo alto de una colina se halla el faro de les mamelles, dominando toda la costa. Hay un paseo muy chulo de poco más de media hora. Un poco más adelante, se encuentra, en la otra colina que hay, de ahí el nombre de mamelle, pechos en francés, una enorme escultura levantada en el año 2010. Es conocida como el «Monumento al renacimiento africano». Tiene 49 metros de altura y desde el principio de su construcción fue motivo de controversia. La escultura está realizada con láminas de cobre, y representa a 3 miembros de una familia, que salen de la cima de una montaña, una mujer, un hombre, y sentado en su brazo derecho levantado, un niño que señala con su dedo al mar, a los africanos al otro lado del Atlántico en América. Se puede entrar en su interior y subir hasta un mirador que hay en la cabeza del hombre por la nada despreciable cifra de 6.500 CFA. Nosotros no subimos y dió la impresión en el rato que estuvimos que no lo hizo nadie.

 

Continuamos nuestro recorrido por la costa hasta la preciosa Mosquee de la Divinité, con una situación privilegiada en una playa mirando al mar. Toda la zona que rodea la costa parece ser donde vive la gente con dinero. Hay unas casas muy bonitas y grandes y coches que no están destartalados. También vemos a un  montón de senegaleses corriendo por las playas y haciendo pesas y ejercicios. Nos habían comentado que son gente muy deportista y la verdad es que se les notaba en los cuerpazos que tenían.

Ya en el centro de Dakar, nos acercamos hasta el Palacio presidencial, construido en 1907 para el general Roume. Nada del otro mundo, salvo la vestimenta de los guardias que lo custodian. Y la Catedral, construida en 1920 y muy distante de la idea que tenemos en Europa de lo que es una Catedral, era muy moderna y sobria.

Isla de Gorée

Nuestra última visita era la Isla de Gorée. Nos acercamos hasta el puerto para coger el ferry hasta la isla de Gorée. Esta isla fue un lugar importante en el tráfico de esclavos desde los siglos XV al XIX y todavía quedan los restos de las prisiones y las antiguas casas coloniales. Fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 1978.

Nada más bajarnos del taxi, nos asaltó un tipo hablando castellano, era muy majete pero un tanto extraño. Nos dijo que quería ser nuestro guía en la isla. El ticket costaba 5.000 CFA para los extranjeros y 1.500 para los nacionales. Nos pidió el dinero para comprar él los tickets y sin saber muy bien el porqué, accedimos a dárselo. Tal vez fue el oir hablar castellano después de tanto tiempo, lo que hizo que nos fiáramos. Pues craso error. La primera que nos coló fue que se sacó su billete con nuestro dinero. Se lo dijimos e intentó hacerse el loco, pero viendo que no iba a salir nada bueno de esa relación, le dijimos que se quedara con el billete pero que se olvidara de nosotros.

Al poner los pies en la isla, comprobaríamos que nos habíamos librado de otra timada, ya que nos dijo que había que pagar 4.000 CFA por persona al llegar en concepto de algo que no recuerdo lo que era y otras 500 por acceder a la isla. Lógicamente las primeras se las había sacado de la manga. Las otras 500, había una casetilla al lado del embarcadero donde había que pagarlas. Tardamos escasos 20 minutos en llegar.

La isla es muy bonita, con las casas colinales, un montón de colorido por las calles, una «fortaleza» con cañones y el edificio más famoso de la isla, «La Maison des Esclaves», construída en 1776 por los holandeses y en donde es posible ver las mazmorras en las que eran encerrados los esclavos antes de ser llevados en los barcos hacia sus nuevos destinos de esclavitud.

 

Salvo ese edificio que da bastante «yuyu», el resto de la isla merece la pena. Además hay un montón de lugareños disfrutando de la playa y el mar. Se respira una tranquilidad absoluta. Nos recorrimos prácticamente la isla entera, y el sol estaba empezando a hacer la visita un tanto dura. Así que aunque íbamos de bermudas y viendo como se bañaba la gente, decidimos quedarnos en gayumbos y lanzarnos al agua a disfrutar de ese maravilloso mar. Estuvimos en una zona de rocas en donde había miles de peces rodeándonos mientras nos bañábamos.

A las 16:30 cogimos el ferry de vuelta y allí estaba Touré, nuestro taxista esperándonos. Volvimos al hotel a recoger las mochilas y aprovechamos a comer algo en una pizzería cercana. Menos mal que Edu tenía guardado algún billete de recuerdo, ya que nos habíamos quedado pelados.

La vuelta a casa

Ya en el aeropuerto, nos acercamos a intentar cambiar el vuelo al mostrador de Iberia, y tras el pago de 120 € de penalización, conseguimos nuestros billetes para las 22:30 hora local. Además nos habían dado salida de emergencia, algo que se agredecería mucho después de tantos viajes enlatados.

Aprovechamos a hacer unas compras y Edu casi cayó en un último engaño. Mientras estábamos en el exterior de la terminal haciendo tiempo y viendo los tejemanejes de los negociantes lugareños, se nos acercó un tipo que quería cambiar unas cuantas monedas de euro que le habían dado de propinas por un billete. El tipo cuenta las monedas delante tuyo y cuando te las da, se queda con alguna sin que la otra persona se de cuenta, tú le das el billete y el otro ha hecho un negocio redondo. Pero en este caso, Edu contó las monedas antes de darle el billete y vió que faltaban 4 €, así que a punto estuvimos nosotros de quedarnos con las monedas y el billete para que aprendiera para la próxima vez.

A las 22:00 comenzamos a embarcar. Nos sentamos en nuestros cómodos asientos en la salida de emergencia. Al principio echábamos un poco en falta algo y no sabíamos el que, hasta que nos dimos cuenta que era una rodilla en el esternón, un codo en las costillas y algún que otro muelle machacándote el culo. Pese a todo conseguimos conciliar el sueño y no nos despertamos en todo el viaje hasta Madrid. La escala hasta Bilbao se hizo corta, ya que también conseguimos cambiar el vuelo a las 6:55, pero esta vez sin ningún tipo de penalización.

 

B.F.F.F.

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