Recorriendo la ciudad de Phnom Penh, Camboya

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Recorriendo la ciudad de Phnom Penh, Camboya

PrDe vuelta en Phnom Penh, toca visitar esta maravillosa aunque triste ciudad por los recuerdos que quedan de su pasado cercano. Recorriendo los Killing Fields de Choeung Ek y el Museo de Tuol Sleng, seremos testigos de la barbarie acaecida en Camboya durante la dictadura de los Jemeres Rojos. Con la llegada de mi amigo Edu, el viaje será más entretenido y disfrutaremos de unas experiencias inolvidables a través de este país y su vecino Laos.

A las 10:30 abro el ojo por primera vez en toda la noche. No sé si la cama era cómoda o el cansancio que llevaba era enorme, pero he descansado de maravilla. Me preparo y bajo a desayunar. Unas tostadas, tortilla francesa, zumo y café por 2$.

El hotel al que había ido a dormir, era el mismo que tenía reservado para los dos días posteriores, pero esa noche había sido extra, con lo que tenía que hacer el check-out y seguido el check-in. Y como no, para no perder las buenas costumbres, me la intentaron volver a meter doblada. Me querían hacer pagar por ir a buscar a Edu al aeropuerto, 9$ ni más ni menos, pero como yo soy de llevar todos los papeles, tenía guardado también el email de esa conversación en la que ponía claramente que iba incluído en el precio de la habitación. Así que de nuevo, no les quedó más remedio que dar su brazo a torcer.

Me voy a dar una vuelta por la ribera del río hasta el Palacio Real, y sentado en un banco, me dedico durante más de una hora a no hacer nada y ver la vida de los camboyanos pasar delante de mis narices. Podría parecer aburrido, pero al ser una cultura que nada tiene que ver con la nuestra, fue la hora más corta sin hacer nada que se me ha pasado nunca.

 

Vuelvo al hotel a comer. Un par de platos con una rica cerveza. Estaba todo muy rico, pero había uno de ellos que no sé lo que llevaría que picaba la de Dios, aunque como estaba tan bueno, era imposible dejar de comerlo. Acabé con la boca que parecía que la tenía en carne viva. 5$ por todo. A las 15:30, salimos del hotel en dirección al aeropuerto. En menos de media hora llegamos. El avión venía puntual, así que no hubo que esperar mucho.

En cuanto empieza a salir la gente, al de poco, aparece el Sr. Enciso, cuál turista despistado. Chancletas, bermudas por la rodilla, riñonera a la cintura, polo y gorra de beisbol. Sólo le faltaba el camarón colgado del cuello. Si hubiese tenido un diccionario delante y mirado la palabra turista, seguro que salía una foto suya 😉 Tras los pertinentes abrazos y comentarios sobre que tal el viaje y demás, le pongo un poco al día de mis aventurillas y de lo que hay «planificado» para los días venideros. Y hablando hablando, llegamos al hotel casi sin darnos cuenta. Cómo echaba de menos la sensación de poder conversar con alguien en castellano, sin tener que estar todo el rato pensando » ¿¿¿como coño se decía eso???»

Dejamos la mochila en la habitación y de seguido nos vamos a tomar algo. En la mayoría de los bares está instaurada la «happy hour». Hay unos carteles enormes a la entrada de los locales anunciándola y es de 16:00 a 19:30. Así que nos viene perfecto. Nos sentamos en una terraza al lado del río, en un sitio que parecía de bastante nivel, pero la cerveza Angkor de barril estaba a tan sólo 0,80$.

Había partido de fútbol de la Eurocopa,y estuvimos viéndolo a gusto, mientras nos poníamos al día de lo sucedido a uno y otro lado del mundo. Al final entre una cosa y otra, nos dieron las 5:00 de la mañana sin darnos cuenta. De allí, nos fuimos a otro par de bares con muy buena música, (para mí), Blues y Rock´n Roll, que estaban también en la rivera del río. Uno de ellos se llamaba The Cadillac, el dueño era occidental y estuvimos bastante tiempo charlando con él. El hombre se fue viniendo arriba poco a poco y no paraba de sacarnos cervezas. Cuando ya estábamos un poco saturados y el hombre desfasado total, creímos que era el momento de cambiar de bar. Allí mismo nos recomendaron el «Heart of Darkness». Nada más entrar flipamos con lo que había. El 99% eran guiris borrachos intentando pillar con mujeres locales, que aunque uno es un poco inocente, nos imaginamos que clientas precisamente no eran. Nos tomamos una y nos fuimos ya que el ambiente era bastante lamentable y la música una basura. La cerveza en los bares costaban sobre 1,5$ y en la discoteca 2$.

Está claro que el que nos lo había recomendado estaba equivocado sobre nuestros gustos a la hora de tomar algo. Según salimos, cogimos uno de los numerosos tuk tuks que había en la puerta, y el hombre ni corto ni perezoso nos pide 10$ por llevarnos al hotel, que estaba a poco más de 1 kilómetro de allí. Sólo le había fallado que nosotros ni eramos guiris, bueno en ese país un poco sí, pero lo más importante, no estábamos borrachos, con lo que no iba a colar. Cuando hablamos un poco con él, y se dió cuenta de la situación, por un dolar nos acercó hasta nuestro hotel. Nos tumbamos y sin mediar palabra, caímos en un plácido sueño hasta la mañana siguiente.

De ruta por Phnom Penh

Aunque el despertador había sido puesto a las 7:00 de la mañana para aprovechar bien el día. Nuestros cuerpos pasaron olímpicamente de él. A las 10:00 y debido a la claridad que entraba por las ventanas, ausentes de ningún tipo de artilugio moderno o antiguo, que bloquease la entrada de los rayos del sol, empezamos a desperezarnos. La noche había sido larga y eso el cuerpo lo estaba notando. Como siempre me ha dicho mi madre…. «noches alegres, mañanas tristes».

Bajamos a desayunar y con el revitalizante zumo de naranja, y las tostadas con la tortilla hecha bocata, el cuerpo parecía que empezaba a animarse. Salimos a la calle y negociamos un tuk-tuk para que nos llevase a los sitios más emblemáticos de la ciudad. Por 13$ llegamos a un acuerdo. Buen precio??? Imposible de saber, pero a nosotros nos pareció correcto por casi todo el día con nosotros.

Primero vamos al Palacio Real, pero no contábamos con que hubiera horario partido como en España. Abre de 7:30 a 11:00 y de 14:00 a 17:00. Así que de ahí nos dirigimos al Museo de Tuol Sleng. Está situado en el centro de la ciudad. El horario es de 7:00 a 17:30. La entrada son 3$. Este «Museo», que es como lo llaman, es un antiguo colegio que durante la época de la dictadura del gobierno militar de los Jemeres Rojos, con Pol Pot a la cabeza, convirtieron en una prisión, para torturar y asesinar a miles de ciudadanos inocentes. Se estima que cerca de 3 millones de camboyanos murieron durante este genocidio. Es un sitio bastante triste y que impone mucho. Se ven fotografías de las personas torturadas, las zonas donde dormían hacinados, los elementos de tortura, las calaveras de algunos de los inocentes, ….. Es muy duro recorrerlo entero, pero no está de más para ver la cantidad de barbaries que somos capaces de perpetrar los seres humanos entre nosotros mismos.

Con el cuerpo bastante flojo, nos dirigimos hacia los Killing Fields de Choeung Ek . Situado al sur, a unos 10 kilómetros a las afueras de la ciudad. El horario de apertura es de 7:30 a 17:30. La entrada son 6$ con una audio-guía incluida. Está disponible en castellano y te va relatando todo lo acontecido durante el genocidio. Los Killing Fields de Choeung Ek, es uno de los cientos de campo de exterminio que los Jemeres Rojos instalaron por todo el país. Se cree que murieron asesinadas y torturadas más de 20.000 personas sólo en este campo. En el medio, se ha erigido un memorial en forma de estupa acristalada en el que reposan las calaveras de algunos de los inocentes, ordenadas en niveles por edad y sexo. En el recinto también hay par de árboles, en los que se indica, que eran usados, uno para colgar a los presos y el otro, para golpear brutalmente a los niños. Como los niños no se paraban quietos, eran cogidos por las piernas y golpeados contra el tronco del árbol.

 

Con el cuerpo casi templando, viendo el escenario de esos terroríficos crímenes, y escuchando y leyendo todo lo que había sucedido, decidimos salir y encaminarnos hacia el Palacio Real que ya debería estar abierto. La entrada cuesta 6,5$. Es un sitio muy bonito. Las pagodas y los edificios que alberga son preciosos. fue construido en 1866 y el rey vive allí, por lo que hay una parte del recinto que no puede ser visitado. Dentro también se encuentra la Pagoda de Plata construida por el Rey Norodom en 1892. Su suelo está recubierto de más de 5.000 baldosas de ese precioso metal. Tiene un peso superior a las 5 toneladas. No está permitido sacar fotos, pero intenté hacer una disimuladamente y al salir ví que quedó horrorosa, castigo de Dios!!!!

De allí nos llevó al Wat Phnom. Una pagoda ubicada en lo alto de una colina de 27 metros de altura. Según la leyenda, se construyó en 1373 para albergar 4 estatuas de Buda descubiertas en el río Mekong por una mujer llamada Penh. Hoy en día es un sitio de oración y peregrinación. Se accede por unas empinadas escaleras, custodiadas por dos balaustradas en forma de serpiente y unos leones. Está abierto de 7:00 a 18:30, y la entrada al templo cuesta 1$.

Cansados de tantas visitas, le dijimos al chico del tuk-tuk que nos acercara a algún mercado para comer. Y nos llevó hasta el Toul Tom Poung Market. Comimos muy rico y barato. No pagamos más de 5$ por los dos. También aprovechamos para echarle un ojo a unas cuantas cosas para comprar, pero como el último día del viaje teníamos que volver para coger el avión, preferimos esperar y no ir cargados con nada innecesario.

Con el trabajo bien hecho por parte del «tuk-tukero», le dimos el dinero acordado y dos dólares de más. En la habitación del hotel, nos tiramos en la cama a ver un poco la tele y nos quedamos fritos. Sobre las 19:00 nos despertamos y dando un paseo nos acercamos hasta la estación de autobuses a comprar los billetes para el día siguiente hasta Battambang. 25.000 R. cada uno. La salida era a las 7:45. Los cogemos con la misma compañía que había hecho yo los trayectos anteriores, Phnom Penh Sorya Transport.

 

Con un poco de hambre, después de la siesta que nos habíamos echado, nos fuimos a cenar al Sharkhy. Nos lo había recomendado el dueño del bar de la noche anterior. El bar estaba ambientado estilo U.S.A., con billares, motos, posters de películas, …… y la música, que en teoría era Rock´n Roll y Country, dejaba bastante que desear. Se veía que estaba totalmente orientado hacia los occidentales, principalmente porque eramos los únicos que habitábamos ese bar. Cenamos unas big burguers con patatas y su cerveza de rigor. Nos clavaron 10$ a cada uno. Y además no es que estuvieran muy buenas.

Después nos acercamos hasta el billar a echar una partida. Había que apuntar el nombre en una tabla de madera y según terminaba una iban entrando los siguientes. Les dí un buen recital, recordando mi época joven, en la que la película «El color del dinero», había hecho estragos. A lo Paul Newman, me fui quitando uno tras otro de encima. Como Edu, se creía Tom Cruise, apostamos un masaje al mejor de tres. Ni que decir tiene que en este caso el aprendiz no consiguió ganar al maestro.

De retirada, pasamos por el Cadillac y nos tomamos la espuela con el dueño que tan bien nos había tratado la noche anterior. Y de seguido, fuimos a un salón de masajes a disfrutar de mi preciada victoria. Aquí, lo de los masajes está institucionalizado, y hay decenas de sitios en los que por sólo 3$, te dan un masaje de una hora. La que me tocó a mi, no sé si le caí mal o que, pero hubo momento en los que preferí no haber ganado la apuesta. Pero lo mejor de todo, fue cuando le escucho a la chica que estaba con Edu gritar !!!aaaayyyyyy¡¡¡¡¡, le pregunto a ver que había pasado y me dice que sin querer le había dado un manotazo cuando le había estirado fuerte del brazo. Le debía haber cogido un nervio y le soltó una buena leche. Acción reacción lo llamó él…. 🙂 Yo no podía parar de reírme y tras las disculpas, la chica no se lo tomó a mal y también se estuvo riendo.

Ya en el hotel, tumbados en la cama, nos quedamos dormidos viendo un partido de la NBA.

 

B.F.F.F.

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